
Cuenta
la historia que en 1956, cuando ocurren los asesinatos de León Suarez, Rodolfo
Walsh tenía 30 años y no le interesaba demasiado la política
Sin
embargo aquel libro no solo será un antes y después en la historia de su vida sino también del periodismo de
investigación y –además- fundará un nuevo estilo de escritura que unirá lo real
con la ficción.
Un
tipo que estaba llegando a la tercera
decena de su vida arma sobre la marcha
un formato literario nuevo y, dicen los que lo estudian, que será su paso entre
un antiperonismo confeso a una vida comprometida y militante.
Osvaldo
Bayer, en un prólogo del libro, escribió:
No tengo otra forma de definir a
Rodolfo Walsh que tomar la frase de Madame de Staél referida a Schiller: “La
conciencia es su musa”. Su conciencia lo seguía a todas partes… Ese es el
parámetro de su vida: su conciencia. Predestinación de mezclarse con la vida,
de meterse. No fue consciente, tal vez, de su predestinación. La sangre que
circulaba por sus venas no lo dejaba tranquilo con los productos que le
depositaba en el cerebro. Sus mejores cualidades literarias fueron alma y
humanidad. Y precisamente ésas no son las que hay que tener para ser
considerado un creador literario.”
Hoy ante un nuevo aniversario de su asesinato y desaparición lo recordamos con un fragmento de aquella obra “Operación Masacre” leído por el mismo Walsh.