Por Ricardo Serruya
Los infectados y muertos por COVID 19 se cuentan por día. No está mal que así se haga, pero ¿quién cuenta las otras muertes?
¿Quién se detiene a pensar sobre la muerte
de, por ejemplo, los niños wichís que, a diferencia de otras muertes, pueden
evitarse?
El revisionismo histórico mostró otra cara de
la historia. Como bien canta Lito Nebbia “si la historia la escriben los que
ganan, eso quiere decir que hay otra historia”.
Hasta hace poco recordábamos el 12 de octubre
como la fecha en “que nos habían descubierto”, como si una civilización, una
cultura puede ser “descubierta”. Era la historia escrita por los vencedores. Desde hace ya un tiempo hemos acompañado a esa
falaz visión, la otra: la de la transculturización y el exterminio.
Hemos avanzado en parciales miradas, pero nos
llevó demasiado tiempo y si bien en manuales escolares, producciones culturales
y mediáticas hoy existe otra posición con respecto, por ejemplo, a nuestros
pueblos originarios, es largo el camino que aún fala por recorrer.
Los discursos
“políticamente correctos”, algunas normativas, ordenanzas, leyes
presentan derechos para aquellos que hace 200 años están esperando que el
Estado Argentino le devuelva lo que les pertenece, pero mucho de lo que hoy se presenta como reivindicaciones, en realidad es sólo letra muerta: no se respeta su cultura, sus
creencias, se los margina, no hay títulos de tierra, muchas comunidades han
sido desalojadas y otras poseen la espada de Damocles permanentemente.
En Salta desde el advenimiento de la
democracia se escuchan promesas pero no se la cumplen, la que más desvela el
sueño de los hermanos wichís es el de la propiedad colectiva que, por historia,
derecho y asentamiento, les pertenece.
En su
enorme sabiduría, las comunidades reclaman el título único e indivisible de su
territorio, un solo espacio para todas
las comunidades, algo difícil de entender para los que suelen dividir con
postes y alambres de púas. Muy fácil de
comprender para aquellos que creen que
la naturaleza no puede ser privatizada.
Movilizaciones, protestas y reclamos de toda índole, incluso ante organismos internacionales,
hicieron que en el año 1991 el gobierno salteño promulgara un decreto donde, entre otras cosas, se le otorgaba a
las comunidades una superficie de tierra a nombre de todas las comunidades.
Hecha la ley, hecha la trampa.
Aquel decreto tan festejado, hoy todavía no
se cumple.
Pasaron ya 29 años
Sin tierra propia, sin incentivos,
perseguidos por terratenientes que, a la fuerza, se quedan con las parcelas
productivas, el genocidio de los pueblos originarios continúa.
Es lo que está sucediendo en Salta.
Los únicos privilegiados no son los niños
Hace un tiempo que la muerte de niños wichis
es noticia, pero la realidad se vive
desde siempre. En los últimos días titulares de algunos diarios, segmentos en
ciertos programas televisivos alertan
que 12 niños wichís murieron por desnutrición entre enero y marzo de este año.
¿De dónde sacan este dato? ¿Quién se los
brinda? ¿Podrían afirman que no son más?
“Se Presume Inocente” habló con Leo
Pantoja, integrante de la comunidad wichí Misión Chaqueña ubicada entre las rutas
53 y 81, en la Provincia de Salta. Hombre joven que habla con una sabiduría que
le brinda su manera de ver la vida confirma que es dolorosamente habitual que mueran chiquitos por
deshidratación o desnutrición “Las
muertes son por desnutrición y es
gravísimo. Muchas veces los diarios publican que son 12 chicos, pero en
realidad son muchos más. Se difunde ahora pero esto viene desde hace muchos
años, y denuncian los que ocurren en una
comunidad pero mueren en todas las comunidades, sabemos que los fallecidos son
muchos más. ”.
Cuando se profundiza en la temática y se
habla con profesionales de salud se amplían las causas de muertes, a la
malnutrición y la deshidratación hay que sumarle el chagas, el dengue, cólera
entre otras dolencias que por estos días no cotiza en la bolsa mediática.
Mueren de pobreza
Y de abandono.
“No
hay médicos ni enfermeros que trabajen en las comunidades, relata
Pantoja, en “Misión Chaqueña” – continúa- hay un solo médico y un
enfermero que tienen que atender a 5000
habitantes. En otras comunidades no hay ni uno, ni otro”
No se trata de respiradores o de camas, sino
de atención médica: un médico y un enfermero para atender 5000 almas.
Fotos e imágenes de niños y madres desnutridos reflejaron una realidad
que existía pero que se ocultaba, a la vez que romantiza una situación trágica
y vergonzante que la maquinaria política dice querer solucionar con bolsones de alimentos,
programas sanitarios que duran lo mismo que dura la presencia de cámaras en el
lugar. Sin embargo el tema viene desde hace mucho, el mismo Leo Pantoja lo reconoce
cuando señala “La desnutrición es la
causa desde hace más de 500 años . Y desde hace más de 200 años que se formó el
estado.”
No es abandono, es genocidio.
Un combo de acciones decreta la muerte en
vida, de algunos, y la muerte real de muchos. Los expulsaron de las tierras
productivas, los alejaron de los ríos y lagunas, y los condenaron a saciar su
sed y a practicar el riego en pozos de
agua que están contaminados con minerales y metales que la hacen absolutamente
inapropiada para consumo humano o para
regar cosechas.
Otra era la realidad de estos pueblos cando
el monte le brindaba lo que necesitaba,
los ríos saciaban, con peces, su hambre o
la miel era su comida regular.
Hoy el
monte no brinda animales para la caza ni
frutos, “…solo hay policía, y ejército que nos persigue, dice Pantoja, no nos dejan pescar para alimentarnos y
los programas no llegan… los chicos mueren por desnutrición, jóvenes y
grandes se mueren por cáncer, por
contaminación con fumigaciones y distintos tóxicos. Destruyen aves y animales
del monte. Mataron las avejas con fumigaciones y ya no hay miel en el monte. Si
no tenemos alimentos estamos jodidos, todo está contaminado, el río, los peces la tierra, todo está
contaminado, porque pasaron el límite de destrucción y destruyen las mismas
personas…cuando destruís la madre tierra destruís el espíritu de mujeres,
hombres de niños.”
Mientras los medios intercalan los pesares de la pandemia, en el monte
salteño, los wichís siguen esperando que
el hombre blanco le dé lo que le pertenece y que deje de destruir a la naturaleza, pues sabe
que, si esto continúa, sus hijos
seguirán muriendo y solo seguirán siendo n una fotografía que, rápidamente,
desaparece.
Corona Virus
El virus Covid 19 también es preocupación de
los pueblos originarios.
Una interesante solidaria visión de la problemática mostró
Leo Pantoja:
“Fueron personas las que armaron esta arma mortal para que muera mucha
gente y ahora no pueden frenarlo. Una causa muy grave para el mundo. Hace años
que la madre tierra está pidiendo que la defendamos pero no hacen caso, solo
contaminan el agua, el aire, el monte, los ríos, con las mineras, y la madre
tierra se defiende sola.”
“El caos es para todos, para hombres blanco y
originarios hay que enfrentarlo entre todos y ver a la madre tierra que hace
muchos años que pide ayuda, los bosques con grandes incendios y la madre tierra
actúa de esta manera y los grandes millonarios no pueden frenar lo que ellos
mismos generaron, se pasaron de limite en la destrucción al mundo y a la
humanidad, porque cuando destruís el mundo destruís la persona , si destruís el
espíritu destruís a la persona”
“Si el Corona Virus llega a las comunidades,
para nosotros será un caos, será terrible por que no existe un médico en las comunidades. “
“Estamos pensando luchar y protegernos de este
mal. Acá los abuelos están muy preocupados por lo que está pasando en el mundo, y se reúnen y buscan la forma para ayudar a los hermanos
blancos. Los abuelos, los grandes espíritus del mundo se están juntando para
reflexionar y buscar la solución. Ojala que los grandes espíritus del hombre
blanco también se reúnan y reflexionen y
lo frenen, y que crean que la madre tierra y la naturaleza es lo único que
puede salvar. “