Por Ricardo Serruya
Una estudio de JAMA Network Open, a cargo de investigadores británicos encabezados por la Universidad de Bristol llegó a la conclusión que la exposición a la contaminación atmosférica y acústica en las primeras etapas de la vida, incluso en el vientre materno, puede generar problemas en la salud mental tales como experiencias psicóticas, depresión y ansiedad desde la adolescencia hasta la edad adulta joven.
Para llegar a tal afirmación los investigadores analizaron datos de más de 9000 habitantes de Inglaterra. El grupo etario comprendió a quienes están en el vientre materno hasta los 24 años de edad de esas mismas personas,
Los resultados sugieren “un papel importante” de la exposición a la contaminación atmosférica en las primeras etapas de la vida, incluyendo la prenatal, en el desarrollo de problemas de salud mental en los jóvenes.
En lo que respecta a los análisis realizados durante el embarazo, se afirma que la convivencia con partículas pequeñas de contaminación se asocian con más experiencias psicóticas y síntomas de depresión muchos años después, en la adolescencia y los primeros años de la edad adulta.
En el estudio puede leerse que los infantes y adolescentes que sufrieron contaminación acústica. “… poseían mayores posibilidades de ansiedad. Estas asociaciones persistieron después de considerar muchos factores de riesgo relacionados, como los antecedentes psiquiátricos familiares, el estatus socioeconómico y otros factores a nivel de zona como la densidad de población, la privación, los espacios verdes y la fragmentación social. En ambos casos, las experiencias psicóticas, la depresión y la ansiedad se midieron a los 13, 18 y 24 años”
Una de las investigadoras: Joanne Newbury de la Universidad de Bristol, argumenta “La infancia, la adolescencia y los primeros años de la edad adulta son periodos críticos para el desarrollo de trastornos psiquiátricos: en todo el mundo, casi dos tercios de los afectados enferman antes de los 25 años” y agrega que los resultados de este estudio se suman a “un creciente conjunto de pruebas -de diferentes poblaciones, lugares y con distintos diseños de estudio- que sugieren un impacto perjudicial de la contaminación atmosférica y potencialmente de la contaminación acústica, en la salud mental»
Cuándo se buscan explicaciones los investigadores coinciden en afirmar que la exposición temprana a estos tipos de contaminación puede perjudicar la salud mental debido al amplio desarrollo cerebral y los procesos epigenéticos que suceden en el útero y durante la infancia. En el caso de la contaminación atmosférica, también podría provocar un crecimiento fetal restringido y un parto prematuro, que son factores de riesgo de psicopatología.
Con respecto a la contaminación acústica en la infancia y en la adolescencia se argumenta que podría aumentar la ansiedad ya que se incrementa el estrés y se altera el sueño. Además dicen que el ruido elevado suele provocar una excitación fisiológica crónica alterando la a endocrinología y que, se sabe, la convivencia con ruidos altos y frecuentes genera falta de atención y concentración durante los años escolares.