Por Ricardo Serruya
Las fake news, y las malas intenciones se multiplican en casos extremos.
La pandemia generó una serie de discursos y decires que van desde lo irracional,
pasando por la impunidad discursiva para llegar a la mala intención política.
Voces ignotas y conocidas se levan para decir que se trataba de una mentira, de un
invento para dominarnos negando así que existe virus, en el otro extremo otros
afirman que si, que existe, pero que se trata de un virus inventado en un
laboratorio. Otros aconsejan remedios caseros como el de hacer gárgaras de agua
salada o de dióxido de cloro, fumar porque, supuestamente, la nicotina protege,
ingerir cloroquina, retener la respiración para saber si se contrajo el virus y un
sinnúmero de barbaridades.
No se quedan allí se duda de la eficacia del barbijo y hasta se dijo que resulta
peligroso usarlo.
Tan es así que un nuevo término sirve para distinguir estos episodios: «infodemia
masiva» o sea, información contaminada.
Desaforados discursivos, personas que se suben a un tren engañados por los
medios o las redes sociales, anti todo siempre los hubo y suelen multiplicar
exponencialmente ideas sin asidero, sin embargo la responsabilidad de los que
tenemos un micrófono, publicamos en medios masivos o le hablamos a una cámara
de televisión debe ser mayor. La cautela y el chequeo de la información forman
parte de la base piramidal de nuestra profesión.
Con claras intenciones de operar frente a un gobierno que no les es de su agrado
muchos se prenden de este momento jodido que pasamos para pegar por
elevación. El argumento más utilizado fue que la decisión política de tener una
extensa cuarentena lastima económicamente: no te morís por la pandemia –dicen-
pero te morís por la economía. Nunca dicen cómo resolver esta dicotomía, y más
allá que es cierto que muchísima gente la está pasando muy mal obvian algunos
datos económicos macro.
Apuntan a que por generar aislamiento el país se funde cuando en realidad esto
sucede en países que no impusieron cuarentenas y permitieron continuar con la
actividad económica.
El Fondo Monetario Internacional publicó la semana pasada un informe donde
detalla que países como Brasil, Estados Unidos o Chile, con una cantidad de
infectados y muertos mucho mayor que el nuestro sus economías está en déficit.
Mientras se proyecta que Argentina tendrá casi un 10% de caída de su Producto
Bruto Interno, Chile tendrá solo dos puntos menos, Estados Unidos un punto
menos y Brasil casi lo mismo. Pero los infectados y los muertos multiplican por
varias veces a los que sufrimos por estas tierras.
Otras economías como las europeas están peor: Francia, Italia y España proyecta
una caída del PBI de entre el 12 y el 13 por ciento y Rusia un 7.
Como se ve el dilema económico no pasa por tener cuarentena o no, pero la vida si,
porque mientras Argentina orilla los 1500 muertos, en Brasil hay más de 60 mil, en
Chile superaron los 5000 y en Estados Unidos llegan a los 150 mil.
Por eso no se entiende que ciertos políticos y comunicadores sigan empecinados
en plantear un tema que no tiene asidero. O si se entiende, lo hacen desde la
oposición política, utilizan de manera muy baja una tragedia para golpear.
Es lo que hizo hace unos días el periodista Carlos Pagni que en su intención de
desgastar y pegar profundizó su discurso anti cuarentena. En esta oportunidad y a
través de la pantalla del canal de cable de La Nación volvió a la carga planteando la
necesidad de abrir la economía y salir a la calle para lograr la llamada «inmunidad
de rebaño, una teoría que -habrá que decir- ya fue abandonadas en todo el mundo
serio.
Se hace necesario aclarar que por inmunidad de rebaño se entiende que hay que
salir a desafiar al virus para que haya un número importante de contagiados y así
se va logrando inmunidad.
Lo que no se aclara es –en caso que fuera esto cierto ya que es negado por gran
parte del mundo científico- que costo de vida se paga para lograrlo. Quienes así
piensan lo hacen sosteniendo que los muertos son los otros, nunca ellos ni su
círculo íntimo. Que dirá Pagni si el precio a pagar para lograr la supuesta inmunidad
de rebaño es su propia muerte o la de su padre o la de su hijo? ¿Cómo explica
Pagni y tantos otros como hacemos para mantener sin colapso el sistema de salud
cuando miles y miles sean los contagiados?.
Existe una enorme diferencia entre quién plantea esta opción en un asado de
amigos o en la cola de la verdulería con quién tiene una cámara y un micrófono de
por medio y multiplica su idea en millones.
El periodista intentó escudarse en argumentos científicos y citó a un supuesto
experto que avala tan descabellada y deshumanizante teoría: el Dr Nic Lewis.
¿Quién es este profesional citado?. El biólogo molecular Ernesto Resnik, que
actualmente dirige en Estados Unidos el desarrollo de anticuerpos monoclonales
en una empresa de biotecnológica dice que Lewis se autoproclama como ‘analista
independiente’, destruye sus falsos argumentos cuantitativos y aclara que no
posee estudios ni serios ni no serios sobre temas científicos. Resnik y todo el
campo de la ciencia lo desconocen como una voz a tener en cuenta.
Si hurgamos en su pasado, Nic Lewis es un negador serial: niega esta epidemia,
pero ha negado también el cambio climático y realiza pronósticos que jamás se
cumplen.
Es el mismo Resnik quien alerta que cuando se habla de la inmunidad de rebaño
como número calculado se lo hace para orientar a cuánta gente vacunar, no
cuánta gente debe salir a contagiarse y morir por un virus desconocido.
Pero no quedó todo ahí. Con la clara intención de debilitar el actual gobierno, el
periodista de La Nación comparó acciones desplegadas por Brasil con las
desplegadas en Argentina. Si hay un país que no debe presentarse como ejemplo
de acciones a seguir, ese es Brasil, pero para Pagni por ahí debemos ir.
En este caso el comunicador afirmó que el estudio más avanzado para llegar a la
vacuna es el que está llevando a cabo la Universidad de Oxford, lo que por lo que
se sabe es cierto. Lo que inquieta a Pagni es que Brasil había invertido casi 130
millones de dólares para tener derecho a producir la vacuna y detentar la patente.
Miró con nostalgia y envidia una medida que, dijo, lamentaba no se había hecho en
nuestro país.
Resulta necesario aclarar que lo que hizo el gobierno de Bolsonaro fue invertir en
infraestructura para que en su país se pruebe la vacuna , y lo hacen allí porque es
el lugar donde la pandemia se desmadró y se necesitan miles de personas que se
infecten rápido (como sucede en Brasil). O sea lo que negocia Brasil es la obtención
de la vacuna a cambio de ser el laboratorio humano. Y para poder hacerlo, paga.
Se puede estar de acuerdo o no con esta medida, lo que no se puede hacer es
obviar la información.
El debate es el mismo. ¿Porqué un periodista del prestigio y de acceso a la
información, como lo tiene Pagni y tantos otros, caen en lugares tan bajos de
desinformación, ocultamiento de la verdad e inclinación de la opinión de
millones?. Permítaseme esbozar la respuesta por la negativa: no lo hacen
inocentemente, no están desinformados, no cayeron presos de alguna información
falsa, más vale la generan. Tienen una intencionalidad política de desgastar, como
lo hace la gota que cae ininterrumpidamente sobre la piedra y la corrompe, la
destruye no por su fuerza sino por su insistencia.
Cuánta razón tenía el enorme Rodolfo Walsh: ”Un intelectual que no comprende lo
que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante; y el que
comprendiendo no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto, no en la
historia viva de su tierra.»