Por Lucía Puebla
Actualmente, las licencias por paternidad en
Argentina están sancionadas bajo la ley de contrato de trabajo N° 20.744, que
sostiene que los hombres pueden gozar de sólo 2 días posteriores al nacimiento
del niño. A gran diferencia de las mujeres, a las que se les otorga una
licencia pre parto de 45 días y una post parto de 90 días (3 meses). Hay
numerosos proyectos de ley que apuntan a extender las licencias por paternidad,
pero duermen en el congreso.
¿Por qué es tanta la diferencia entre hombres
y mujeres? ¿Los hombres no tienen derecho a gozar de una licencia adecuada al
tiempo de adaptación con sus hijos?
Existen arraigadas cuestiones que las tomamos
como legítimas, es decir, las aceptamos como naturales, al otorgar sólo dos días se refuerza la idea
de que la mujer debe ser la “responsable natural” de sus hijos. Es una ley que
excluye y que asigna roles que son estereotipos de una sociedad obsoleta.
Esto se debe a que en la sociedad todavía
perduran cuestiones ligadas al machismo que sostienen que las mujeres deben
ocuparse de sus hijos y por eso se ve
como obvio y lógico que sean las mujeres quienes tienen más licencia que los
hombres.
A su vez, la ley rechaza todo tipo de familia
constituida de otra forma que no sea la de una pareja heterosexual. En el caso,
por ejemplo, de una familia que esté formada por un matrimonio homosexual, de
dos hombres que quieren ser padres, cada uno tiene sólo 2 días para estar con
su hijo. En este tipo de situación se le está negando al niño un tiempo
adecuado de adaptación y de crianza.
Esta situación afecta no sólo a las mujeres
que son madres sino también al resto de nosotras. Hay una tendencia que limita
nuestra participación laboral, la posibilidad de conseguir ascensos, o de tener
trabajos en tiempo completo, y como consecuencia, la posibilidad de conseguir
aumentos o mejores ingresos, resultando ser uno de los motivos por lo que, a la hora de contratar a una persona, si se
presentan un hombre y una mujer, se prefiere naturalmente al hombre, pues la
licencia que se le otorga no hace que se ausente por tanto tiempo como la
mujer. Hecho que trasciende que, al momento de solicitar el trabajo la mujer
sea madre, pues siempre se supone que en algún momento cercano lo será.
Una norma, entra tantas otras, que termina
incrementando la discriminación sexual laboral, y una vez más alimenta la desigualdad entre mujeres y
hombres.