Por Ricardo Serruya
Parece mentira pero esta semana, una vez más nos impusieron hablar de un tema,
salieron desde pantallas y micrófonos con rebote nacional a decirnos que peligra
nuestra libertad de prensa y muchos ahí – no antes- se dieron cuenta que era
verdad. Antes no era una preocupación, no figuraba en las charlas de oficinas ni en
las sobremesas familiares, pero faltó que un par de personas lo expresaran para
que se convierta en un susto nacional.
¿No te parece raro?
La verdad que si algunos periodistas de Buenos Aires no lo decían, nadie suponía
que estábamos en semejante peligro, y no lo advertíamos porque una vez más
fuimos parte de una operación mediática-empresarial-política que nos hace
alarmar y discutir de un tema que en realidad no es tal, no existe. Una solicitada
firmada por solo 300 periodistas pero publicada en los grandes medios nacionales
y alertas expresados por no más de 5 ó 6 periodistas puso el tema en debate.
Por lo burdo que resultó el mecanismo para instalar, una vez más, un tema, lo de
hoy no se qué formato tiene: no es un comentario, tampoco un editorial. Se trata
de un formato híbrido con mucha información para intentar demostrar. Y para ello
se debe acudir a datos concretos
La solicitada en cuestión alerta que ADEPA, FOPEA y la Academia Nacional de
Periodismo repudian los ataques del kirchnerismo a Jorge Lanata y Luis Majul,
El texto, fue firmado por Magdalena Ruiz Guiñazú, Joaquín Morales Solá, Jorge
Lanata, Luis Majul, Marcelo Longobardi y María Laura Santillán, entre cerca de 300
periodistas apunta que «la pluralidad de ideas y voces y la tolerancia con el que
piensa distinto son claves de la democracia que reconquistamos en 1983″.
Esa solicitada tuvo un eco mediático que aturdió. Otra solicitada, donde negamos
lo allí expresado y que firmamos cerca de 2000 periodistas, paso inadvertida.
¿No te parece raro?
Lo que enojó a muchos de ellos es que se los haya acusado de ser cómplices de
una asociación ilícita que espió ilegalmente a algunos dirigentes políticos. Algo
que está al menos comprobado, es que algunos de ellos trabajaban con agentes de
inteligencia usando esas informaciones y, si bien no puede decirse – al menos por
ahora- que esto sea un delito, si es una práctica nefasta desde lo periodístico que
debiera alertar y preocupar a entidades periodísticas y a sus pares.
Cuando se conoció el hecho, trascendió que un juez podía ordenar la detención de
algunos de estos periodistas. Primero: los periodistas somos ciudadanos y estamos
sujetos a que un juez nos convoque o nos detenga como a cualquier otra persona.
Segundo: era la decisión de un juez, o sea del poder judicial, ¿por que entonces
decir que el poder político era quien los perseguía?
El hecho que periodistas hayan generado una especie de sociedad conspirativa con
agentes de inteligencias es gravísimo, bastardea nuestra profesión y preocupa. Que
además, durante el gobierno anterior se haya espiado a periodistas en un real
ataque a la libertad de expresión que parece no preocupar a los que firmaron la
solicitada. No es exagerar el tema, no es que nos preocupa solo a algunos, lo grave
es que no preocupe a muchos. El hecho generó repercusiones en los medios
europeos y estadounidenes. El Washington Post , el diario suizo Le Temps, la
Asociación de Corresponsales Extranjeros en la Argentina entre otros manifestaron
su preocupación y espanto.
Pero nade de esto preocupa a los que frente a la pantalla dicen que están hartos de
la grieta pero la alimentan diariamente.
Ahora bien, supongamos que coincidimos y nos preocupa también este momento
político que atenta contra la libertad de expresión. ¿De dónde venimos?, ¿sería
este un fenómeno nuevo?. La preocupación se presenta porque venimos de 4 años
de respeto extremo?
Para tratar de equilibrar permítame el oyente marcar algunos episodios vividos en
los últimos 4 años de macrismo que no motivaron a la firma de solicitadas.
La segunda conferencia de prensa del entonces Mauricio Macri fue en febrero del
año 2016 y fue convocada para dar detalles de la re captura de los prófugos de
general Alvear. En aquella ocasión el ex presidente utilizó parte de ese tiempo para
decir que Victor Hugo Morales se había transformado en un fanático Kirchnerista.
¿ Se imaginan ustedes lo que puede llegar a pasar si alguien dice que Majul, Lanata,
Leuco o Morales Solá es un fanático Macrista?. Se imaginan la catarata de
manifestaciones alertando sobre el ataque la libertad de prensa?. Pero por
aquellos días semejante afirmación no generó preocupación alguna.
La vara con que miden siempre es distinta
Tampoco se alarmaron cuando algunos meses después a través de un Decreto de
Necesidad y Urgencia se modificaba la ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual y se disolvía la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación
Audiovisual (AFSCA), la Autoridad Federal de Tecnologías de la Información y las
Comunicaciones (AFTIC) y creó el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM).
Con un decreto, una medida de menor rango que una ley, modificaban una
normativa que había sido aprobad por el Congreso Nacional y discutidos en
centenares de foros nacionales. El hecho fue tomado solo por algunos como un
ataque a la libertad de expresión y el caso llegó a la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, mientras muchos de los republicanos de ayer y preocupados
por la libertad hoy hacían mutis por el foro.
Fue también en el año 2016 que despidieron a Pedro Brieger del noticiero de la TV
Pública, el argumento fue que no lo querían: una rara manera de defender la
libertad de expresión y la multiplicidad de voces desde un sistema público.
El no pago de la pauta oficial al diario Tiempo Argentino hizo que un medio crítico,
transformado en cooperativa de trabajadores, deba sobrevivir a duras penas
poniendo en dudas su continuidad. Mientras los pagos de ese medio no se
efectuaban los que apoyaban la gestión estaban al día.
Antes que todo esto suceda, en Febrero de 2016 , a solo un par de meses de
asumir, se desmanteló la agencia de Noticias “Infojus”, para luego continuar con la
eliminación del archivo de noticias y producciones informativas que existían
colgadas en ese sitio para que ni siquiera se pueda leer lo ya publicado. Nunca más
se pudo recuperar el trabajo de tres años que era información producida por el
Estado.
Mientras el presidente y sus funcionarios se llenaban la boca de republicanismo y
de loas a la libertad de expresión, medios como paka paka desaparecían, los
trabajadores de la TV pública estaban amordazados, canal encuentro no producía y
solo repetía viejas producciones, la agencia Telam y Radio Nacional era
desguasada. Los trabajadores del canal público decían que no los dejaban informar
y más de 350 periodistas eran despedidos, sin causa alguna, de Telam.
En el año 2019 un informe elaborado por SiPreBA daba cuenta de casi 4500
despidos a nivel nacional, algo así como el 30% de la masa total de trabajadores de
prensa.
Se puede seguir pero no se quiere aburrir. Nada de esto parecía alarmar a algunos
de los que hoy se sienten perseguidos. ¿ Raro no?
Desde hace un tiempo se ha puesto de moda la expresión datos, no opinión, y, más
allá que la opinión es un recurso periodístico válido, es cierto que los datos avalan
lo dicho. Lo anteriormente expresado está respaldado por la fortaleza que da el
hecho. Aún así como dice el refrán popular “no hay peor ciego que el que no quiere
ver” y es muy posible que alguien diga que esto no es verdad, que –como dijo Laje
por canal América el jueves 9 de julio- “Al Macrismo se le pueden achacar muchas
cosas, pero ha sido muy respetuoso de las libertades de expresión” y hasta suponer
que se trata de una conspiración (palabra muy usada por estos días) por aquellos
que se oponían al gobierno anterior.
En el esfuerzo que se debe hacer para tratar de despejar dudas sobre veracidad de
hechos, acudimos a datos emitidos por organismos internacionales que nada
tienen que ver con alguna intencionalidad política interna.
En el mes de mayo del año 2018, el grupo Reporteros Sin Fronteras, publico su
informe anual y ubicó a la Argentina en el puesto 52 y calificó a nuestro país de ser
una nación “con problemas significativos”.
Para que nadie suponga que se trata de una institución tendenciosa es necesario
afirmar que “Reporteros sin Fronteras” años antes había sido muy crítica con la
relación entre la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner y la prensa. Ahora el
organismo afirmaba que la situación empeoraba y enumeraba una catarata de
datos donde se violaba la libertad de expresión como ataques a las instalaciones
del diario Tiempo Argentino, amenaza de muerte a dos periodistas de La Nación,
agresiones físicas y silenciamiento a la corresponsal de Notimex en Buenos Aires.
El ataque a la libertad de prensa está instalado en los sectores que, por ejemplo, el
jueves agredieron a varios medios que fueron a cubrir diferentes marchas. La
prédica de muchos, durante tanto tiempo, generan un clima de violencia hoy
inmanejable, peligroso y estremecedor, tanto como la mala leche de algunos y la
ceguera de otros.