por Fede Ternavasio
Estudio Ghibli es uno de los estudios más emblemáticos de la animación japonesa y es el más conocido por fuera del mundo otaku (o el mundo de los fans del manga y el animé).
Fundado en 1985 por Isao Takahata y Hayao Miyazaki, quienes previamente habían trabajado juntos en la exitosa “Heidi, la niña de los alpes”, Estudio Ghibli tiene, desde el miércoles pasado, todo su catálogo de películas disponible en Netflix.
Si bien estas películas podían conseguirse en alguna que otra página web, que lleguen a Netflix significa, según declararon desde Ghibli, alcanzar a un público mucho más amplio y una disponibilidad que anteriormente estos films no tenían.
Del lado de lxs espctadorxs, que el catálogo de Ghibli esté disponible significa que tengamos acceso a mejores subtitulados (como van a notar lxs fans más fieles). Y también cierta claridad en cuanto a qué versión del film estamos viendo, ya que muchas de las películas de Ghibli, en sus versiones norteamericanas distribuidas por Disney fueron modificadas, con pequeños detalles que cambian las tramas.
De todos modos el público estadounidense es el único que no podrá ver el catálogo de Ghibli en Netflix, dado que los derechos para ese país los había comprado HBO para su plataforma premium de streaming.
Ahora que las películas están al alcance de todxs y que estamos en cuarentena, si no las vieron, es momento de ponerse al día. Pero, ¿por dónde empezar? Voy a recomendar un recorrido -muy personal- y abajo me dejan sus comentarios de odio, amor, acuerdo y desacuerdo.
Para arrancar con las películas de Ghibli, mejor empezar por las dirigidas por Hayao Miyazaki mucho más amigables que las de Takahata, y el orden que propongo es:
1. La princesa Mononoke (1997).
Para tomar el tono de la propuesta estética de Miyazaki, es seguramente la primera película que alguien no aficionado al animé puede mirar. La película tiene todos los rasgos sobresalientes del cine del japonés: personajes femeninos independientes y fuertes; una crítica al belicismo; una gran metáfora de la destrucción de la naturaleza y sus consecuencias.
El argumento del film se centra en la relación de una comunidad crecientemente industrial que entra en guerra con los espíritus del bosque vecino.
2. El increíble castillo vagabundo (2004).
Es una buena segunda película para ver porque en algunos aspectos se aleja bastante del universo de Miyazaki. Acá es un mundo un poco más occidentalizado, de máquinas a vapor, palacios y magos.
Tiene una protagonista femenina, como prácticamente todas las películas de Miyazaki, y tiene como particularidad que en gran parte del film esta protagonista está convertida en anciana, un tipo de personaje que no suele protagonizar films animados.
Es una peli que tiene una banda sonora bellísima y que puede ser más llevadera para disfrutar con un público infantil.
3. La colina de las amapolas (2013).
Este film está escrito por Hayao Miyazaki en colaboración con Keiko Niwa, y dirigida por el hijo del primero, Goro Miyazaki.
Es una película ambientada en el japón de los años sesenta, y cuenta la historia de una estudiante de secundaria que tiene que hacerse cargo de su casa y las huéspedes que viven ahí, mientras su madre doctora está de viaje, y a la vez que lidia con la muerte de su padre, que dejó su vida en el servicio naval japonés durante la segunda guerra mundial.
La protagonista se encuentra que un día en el periódico escolar le dedican un poema, y ahí empieza a vincularse con el grupo de estudiantes que sostiene una casa cultural en la escuela, cuyo edificio van a tener que poner en valor colectivamente para evitar que sea demolida.
La peli representa otro aspecto interesante de la estética de Miyazaki, que es la atención a los detalles, el tiempo que se toma en bajarle el ritmo a la narración, mostrando escenas como la preparación de una comida o las expresiones de un rostro que mira al horizonte.
Esto es algo que se hace a consciencia, buscando alejarse de las películas de animación occidentales (como las de Disney, por ejemplo) que buscan que cada cuadro de sus films sean “productivos”: que haya acción fuerte, colores, gritos o chistes. Y también hay un esfuerzo por distanciarse de mucho de la animación japonesa, que tiene una expresividad muy exagerada, ruidosa y acelerada.
4. Nausicaa en el valle del viento (1984).
Nausicaa es una película que está muy en la línea de la primera de nuestra lista, la Princesa Mononoke, aunque un poco más viejita, algo que se refleja en su manufactura. Acá también hay un mensaje ecologista, pero ambientado en un mundo postapocalíptico que se parece al pasado, una especie de edad media pero con una suerte de naves/barcos voladores.
Allí el bosque y gran parte del mundo natural se han vuelto venenosos, sin que la gente sepa muy bien por qué.
El tema es que existe un país que en su búsqueda de expansión imperial quiere resucitar una vieja tecnología, muy peligrosa. Cuando este imperio llega a la comunidad que vive en el valle del viento, se encuentran que allí hay una líder, una muchacha, que se va a encargar de negociar y cuidar a su pueblo, a la vez que intenta descubrir qué está pasando con la naturaleza, que parece decidida a pelear contra los humanos.
Esta es una gran metáfora feminista, aparte de ecológica, pero aquí sí no voy a adelantar ningún spoiler.
Nausicaa es la única historieta (o manga) que escribió Miyazaki, y después lo hizo película. Un dato para los fans del animé, es en esta película donde tiene origen una de las series de animé más importantes de la historia, que definió de alguna forma el género, Evangelion.
5. Se levanta el viento (2013).
Finalmente, la que hasta ahora es la última película de Miyazaki. Una película clásica, pero inimaginable en otro formato que no sea la animación. Y, ya que hablábamos de Evangelion, la voz del personaje principal (en japonés) justamente la pone el creador de esa serie, Hideaki Anno.
Miyazaki cuenta la historia, en el film, de Jiro Hirokoshi, el ingeniero que creó el avión de guerra Zero Fighter. Pero mezcla dos biografías, la de Jiro, el ingeniero, con la vida de Tatsuo Hori, un poeta y escritor japonés, que escribió una autobiografía en la que cuenta la muerte por tuberculosis de su prometida.
La película entrecruza esas dos biografías, en el transcurso desde 1919, cuando Jiro es un niño que sueña con ser piloto, pasando por el gran terremoto de Kanto en 1923, y hasta 1945, cuando Japón se encuentra con la derrota en la segunda guerra mundial.
La película también refleja el amor de Miyazaki por los aviones de combate y las máquinas, un amor que siempre le resultó profundamente contradictorio, porque es un activista pacifista. La película, de alguna manera, quiere mostrar esa contradicción.
Es una película de ritmo lento y con una trama un poco difusa, y que salta entre la realidad del día a día del ingeniero en su trabajo y su historia de amor, con los sueños donde conversa con una de las figuras que lo inspiró, el ingeniero aeronáutico italiano Giovanni Caproni.
¿Estás de acuerdo con estas sugerencias? Afuera quedaron grandes películas de estudio Ghibli como «El viaje de Chihiro» (2001), que saltó a la fama por haber ganado el Oscar a la mejor película de animación en 2002. En los comentarios podés contarnos qué sumás o qué restás.