Por Ricardo Serruya
Volvieron las quemas de espacios verdes.
Como si se tratara de un hecho cíclico los incendios en enormes extensiones naturales se repiten frecuentemente.
Cuando el año se desperezaba y recién comenzaba enormes lenguas de fuego rojo se desplegaban en ese territorio que se encuentra frente a la sureña localidad santafesina de Granadero Baigorria. Los incendios eran de tal magnitud que debió ser combatido durante cuatro días por bomberos que desplegaron su accionar incluso desde la ruta que comunica esa zona con la localidad entrerriana de Victoria junto a un helibalde que aportaba agua desde el aire.
Como suele pasar en estos casos, cuando el fuego es derrotado el panorama que queda es desolador y las secuelas ambientales cuantiosas. Si bien es temprano para poder concretar una visión del daño ocasionado, el prestigioso Centro de Estudios Territoriales de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario alerta que son más de 400 las hectáreas consumidas por el fuego.
Esta cuantificación la realizaron a través de una recopilación de imágenes satelitales.
Otras imágenes recopiladas por la organización “El Paraná no se toca” son dantescas y pueden verse en las redes sociales de esta organización.
No es la primera vez que este Centro de Estudios realiza trabajo de campo en territorios afectados por quemas. Su accionar se centra en la pérdida de vegetación y fauna que este evento genera.
Al lugar también acudieron integrantes de la organización “Ambientalistas” de la ciudad de Baigorria que denuncian que insectos, roedores, yacarés, víboras, tortugas, culebras, lagartos overos y otros animales fueron devastados.
UNA HISTORIA SIN FIN
MapBiomas Argentina es una red conformada por organizaciones no gubernamentales, Universidades e institutos de investigación que trabajan en forma colaborativa. En su composición pueden encontrarse especialistas en teledetección, ecología, sistemas de información geográfica y programación, de distintas eco-regiones del país. Su tarea se focaliza en producir colecciones de mapas anuales de cobertura y uso del suelo de Argentina desde 1998. Los datos generados por esta red son de acceso público, abierto y gratuito y pueden encontrarse en www.argentina.mapbiomas.org.
MapBiomas ha informado que en los últimos 25 años, en Argentina se perdieron 7,6 millones de hectáreas de vegetación natural que incluye árboles, arbustos y pastizales. Parte de su importante y necesario informe lo realiza por zonas geográficas. Cuando informa lo sucedido en la región centro (Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) se detalla que la mitad de la pérdida de pastizales del país, sucedió en esta región por diversas causas, entre ellas por las quemas.
TERRITORIOS ENFERMOS, CUERPOS ENFERMOS
Damián Verzeñassi nació en la ciudad de Paraná pero hace años que desempeña su actividad en Rosario. Es médico especialista en medicina integral., dirige el Instituto de Salud Socioambiental en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario donde además es profesor titular del Ciclo Práctica Final Carrera de Medicina. Además es docente de la cátedra “Redes y Sistemas de Salud” de la carrera de Medicina de la Universidad Nacional del Chaco Austral, integra la Red de Salud y Ambiente de la Asociación Latinoamericana de Medicina Social y es miembro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina.
Con envidiable síntesis periodística suele acuñar la frase que sub titula este apartado: “En territorios enfermos, encontramos cuerpos enfermos”. Su contundente afirmación se basa en hechos concretos y contrastables. Los territorios donde predominan diferentes actividades extractivistas (fumigaciones, minería a cielo abierto, off shore, extracción de litio, tala de árboles etc) cobijan ciudadanos con mayor número de enfermedades si se las compara con otras zonas donde estas actividades no se desarrollan.
Las quemas de espacios verdes son en su gran mayoría ocasionadas de manera intencional y se realizan por diferentes y voraces motivaciones. A grandes rasgos muchas de ellas se generan para extender la frontera agropecuaria convirtiendo montes o bosques en llanuras donde luego producir cultivos a través de la técnica de siembra directa. Otra de las maquiavélicas motivaciones para incendiar espacios naturales se sientan en la instalación de emprendimientos inmobiliarios o por la errónea creencia que el fuego genera pastura más tierna para alimentar ganado.
Los daños ambientales que generan estas prácticas están a la vista. Los daños en la salud también.
El D.r Verzeñassi fue el portavoz del Instituto de Salud Socioambiental y en estos días alertó que “el aire contaminado por los incendios en la isla puede provocar daño genético en la población”. La afirmación es harto peligrosa pues ya no solo se trata del daño que sufren los ciudadanos que respiran un aire viciado sino que –ese daño- es trasmitido a futuras generaciones. Verseñassi es contundente cuando afirma que “el humo proveniente de las islas hace que estemos respirando un aire que está cargado con partículas que no solamente impactan en nuestros pulmones, en nuestras vías respiratorias y las inflaman, sino que además viene acompañado de químicos que, incorporados en nuestros torrentes sanguíneos, nos generan problemas de salud”.
Cuando hace unos meses este periodista le pidió precisiones sobre las afecciones que las personas pueden sufrir al respirar aire contaminado, el director del Instituto de Salud Socio Ambiental detallo que “Un aire cargado de sustancias químicas y partículas en suspensión que no nos permite oxigenarnos correctamente incrementa los problemas de salud cardiorespiratorios, pero sobre todo cardíacos, aumentando los infartos y los problemas de insuficiencia cardíaca. Nos genera problemas a nivel oftalmológico y dermatológico”, además recalcó que nos afecta en nuestras relaciones cotidianas ya que “a nivel endocrino, el humo genera trastornos en los sistemas del sueño. Si tenemos menos oxígeno, tenemos menos posibilidad de descansar, se alteran nuestros ritmos circadianos y se genera un aumento en los niveles de estrés. Esto lo que hace es que nuestra sociedad, nuestra ciudadanía, se vuelva más irritable, y esa mayor irritación se traduce en mayores índices de violencia”.
No es el único profesional de la salud que alerta sobre las consecuencias que genera respirar aire contaminado por quemas de espacios verdes.
Sergio Zunino es médico especialista en medicina interna y neumología, integra la sección de neumología del Hospital italiano y coordina la sección de enfermedades obstructivas de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria.
Consultado por este cronista el profesional de la salud coincide con Damián Verzeñassi y afirma que “producto de las quemas hay mayor demanda en atención medica de pacientes con problemas respiratorios que acuden a las guardias ya que hay humo en suspensión que hace que respiremos partículas nocivas que se miden en micrones que lleva el humo y pueden llegar a los pulmones generando inflamación y enfermedades oncogenéticas crónicas como asma bromnquial, epoc, eventos cardiovasculares y efectos mediatos que, inclusive con el tiempo, puede ocasionar cambios genéticos como cáncer de pulmón y de vías aéreas”.
Mientras tanto, funcionarios provinciales y nacionales solo se limitan –en el mejor de los casos- a combatir el fuego pero no atacan las causas ni castiga a los responsables de este ecocidio que genera pérdida de biodiversidad, territorios y cuerpos muy enfermos.