Por Ricardo Serruya
Debo confesar que al principio me daban gracia, no me burlaba de ellos pero no los tomaba en serio. Pensaba que sería una moda efímera que tendría su pequeño momento de estrellato.
También suponía que se trataba de un grupo de personas que repetían casi sin pensar o que atosigados por redes sociales y ese tachin tachín ensordecedor gestado por los “anticuarentena porque si” encuentra eco en diferentes franjas etarias siempre permeables a diferentes divagues.
Con el tiempo empezaron a preocuparme: hablo de esa unión de anti cuarentena como expresión política mezclada con teorías conspirativas y antivacunas: un cóctel al que hoy le doy más importancia y –confieso- me genera algo de temor.
Antes que nada quiero aclarar que cuando hablo de los anticuarentena no hablo de los que hoy están desesperados porque son comerciantes, cuentapropistas, Pymes, profesionales liberales y, realmente, están mal. No me refiero al tipo que si no labura no come, ni tampoco al que vive de una actividad comercial, esa es su única entrada y además en ocasiones tiene gastos como alquiler, sueldo, cargas impositivas, deudas etc.
Tampoco me refiero a los que están realmente cansados de este encierro y que, honestamente, lo expresan o a lo que su vivienda no les ofrece un pasar un poco más penoso.
Me refiero a los que desde hace un tiempo tienen la cacerola presta a ser abollada en alguna esquina, a los que niegan la pandemia, minimizan o desconocen un virus que al día jueves 28, momento de escribir este comentario que hoy leo, tenía casi 6 millones de afectados y 358 000, muertos. A los que buscan una excusa para destilar odio contra el gobierno de turno. A los que encontraron una grieta donde putear por putear.
Hoy debo confesar tenerles algo de temor ya que han elaborado mensajes inteligentes que hacen dudar a personas bien intencionadas y hasta llegan a unir a sus filas a hombres y mujeres con sensibilidad social.
Son otro virus.
Como nada es casual resulta indispensable marcar que detrás de estas manifestaciones y dichos se encuentra una militancia que, desde los medios de comunicación social y las redes sociales vomitan un odio irresponsable que puede hacernos retroceder varios casilleros y nos obligan a tener que argumentar lo obvio. Comencemos preguntando: ¿Puede haber algún gobernante que esté feliz con esta situación? ¿A la vida política de un gobernador, intendente, presidente, etc. le conviene este parate, esta recesión? ¿Cuál sería la ventaja que se saca?
No me digan por favor que se trata de una conspiración mundial para mantenernos quietos, desmovilizados, estáticos en nuestras casas. No se trataría de una estrategia nueva, ya lo han hecho, incluso lo han gestados muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras porque no son supuestamente libres, pero resulta imposible de explicar que hoy se lo haga de esta manera.
Por otro lado invito al oyente a pensar en la compleja red de entramados cómplices que debieran tejerse con dirigentes de diferentes pensares y sentires del todo el mundo, sumando a científicos, epidemiólogos, médicos, ONG y un sinfín de actores, todos unidos, riéndose y frotándose la manos haciendo que todo un mundo caiga preso de una fabulosa y orquestada mentira.
Una buena síntesis para un guión de película de ciencia ficción pero imposible de suponer que sea posible de concretar.
Aunque no tan imposible porque de ser así , no estaríamos hoy usando este espacio para discutir y explicar esta situación, ni tampoco estuviera (hablo en primer persona pero supongo que es un sentimiento compartido) temeroso de cómo han avanzado y han calado en el pensamiento y discurso de tantos, muchos de ellos hastiados ,cansados, empobrecidos por este presente y otros que permeables o mal intencionados se embanderan en supuestos axiomas tales como que se trata de una conspiración para matar a los que sobran, léase ancianos que no pueden ser sostenidos por modelos previsionales, pobres que resultan ser un peligro ante el desborde social y demás diversos grupos.
Una teoría que no resulta ni falsa, ni novedosa: la estrategia política de eliminar “a los que sobran” se viene implementando desde hace bastante, incluso por creencias políticas donde militan y accionan muchos de los que hoy lo denuncian.
Los mismos que hoy usan noticias falsas, discursos encendidos e invitan a salir a la calle porque violan tus derechos y te quieren matar, son los que en otras épocas pisotearon los derechos y los que promovieron o apoyaron regímenes políticos de exclusión y muerte.
No jodan. No resulta posible creer que los que bombardearon la plaza de mayo, los que se quedaron con la tierra en la Patagonia después de aniquilar a los pueblos originarios, los que se escudaban en el “por algo será” para aplaudir que un vecino desaparecía, los que justifican la tortura y el gatillo fácil, los que escribieron “Viva el Cáncer” en una pared de Buenos Aires cuando se enteraron que Eva Duarte fallecía por esa enfermedad, los que dijeron que Santiago era Hippie y sucio y nada tenía que hacer allí y que entonces está bien muerto, los que nunca salieron por Jorge Julio López, los que justifican que a una mujer la maten porque usaba pollera corta, los que dicen que Mapuches no son Argentinos y que hay que matarlos, los que maltratan a un pibe que pide en un semáforo, los que desconocen que chicos wichis se mueren de desnutrición, que ellos y tantos más ahora se preocupen por mi vida, por mi libertad. No jodan.
No me digan que están movilizados y preocupados porque les quitan libertad. Es imposible creerles cuando gritan que prefieren morirse antes de hacerle caso al Fernandez que les viola sus derechos, imposible creerles porque su historia los condena, aplaudieron varios atropello a la libertad, imposible además creerles porque hasta ustedes saben que poseen un nivel social que les asegura la vida si la cosa se pone fulera y los que se van a morir son justamente los sectores que no les interesa.
Solo quieren que la economía se abra para poder seguir teniendo un ejército de precarizados, o lo reclaman porque es un buen perfil para pegarle un gobierno que – con aciertos o errores- intenta manejar un hecho del cual nadie tiene experiencia previa y donde lo más aconsejable es hacer lo que aconsejan los que saben del tema.
Por querer hacerle daño a un gobierno, están atentando contra una sociedad. En realidad hay enamorados, pero no de la cuarentena, sino de la anticuarentena.-