Semanas atrás conversamos con el periodista y analista político hondureño Milton Benítez, conductor del programa de periodismo de investigación “El perro amarillo”. En una extensa y profunda charla, imposible de resumir, se recorren las problemáticas del país centroamericano en el plano político, económico, social, ecológico y hasta histórico. Para el provecho de nuestra audiencia, les acercamos un breve artículo que contextualiza las declaraciones del comunicador, además de adjuntar a la publicación la entrevista en formato audiovisual.
Por Rodrigo Chavez Lagraba
Honduras es eso que pasa mientras estamos mirando a Venezuela. Si tomamos como punto de partida el golpe de Estado del año 2009, el país centroamericano acumula fraudes electorales, probados casos de corrupción, ecocidio, represión a pueblos originarios y al menos dos caravanas de migrantes que partieron desde el país hasta México, intentando ingresar a los Estados Unidos.
Sin embargo, la prensa internacional y las organizaciones supranacionales no le han dado a la realidad hondureña el espacio y la dedicación acorde a la gravedad de la situación. Ni siquiera la muerte en prisión del periodista David Romero el pasado 18 de julio, logró que las violaciones a la libertad de prensa por parte del gobierno fueran un tema relevante en el plano internacional.
Esta grave situación sí la refleja el Índice de Libertad de Prensa que elabora Reporteros Sin Fronteras. Para la organización, el país se encuentra en el puesto 148 de los 180 países estudiados. Según se desprende del estudio, “es común que se emprendan procesos judiciales abusivos contra periodistas, sobre todo por difamación; entre otras sanciones, se le prohíbe ejercer el periodismo”.
Caso testigo
A pesar del alto riesgo que supone ejercer el periodismo en Honduras, no sólo David Romero enfrentó al poder político y económico en el país centroamericano. Entre los más destacados periodistas de investigación se encuentra Milton Benítez, quien es la cara del programa “El perro amarillo” y quien también se encuentra, desde hace años, sorteando las zancadillas judiciales y los amedrentamientos por parte del statu quo hondureño.
El fallecimiento en prisión de Romero fue un episodio significativo para el periodismo local y el Perro Amarillo formó parte de la reacción popular ante el acontecimiento. Desde el programa, se realizó una cobertura completa del velorio del periodista, siguiendo también la caravana popular que se hacía oír en las calles de Tegucigalpa.
“David Romero fue el primer periodista en Honduras en contar la verdad”, dice Milton Benítez, poniendo de manifiesto el calibre del director de Globo Radio y TV. “Globo TV fue censurado y David Romero siguió con su periodismo incisivo contra la corrupción, incisivo contra las injusticias. Al punto que hace una de las investigaciones más importantes del país que fue delatar el latrocinio del Seguro Social, un robo cuyo saqueo fue para alimentar esas campañas electorales que dieron la continuidad de los dos procesos electorales del ahora dictador Juan Orlando Hernández”.
Como bien nombra Benítez, David Romero Ellner fue quien dio a conocer el desfalco del Instituto Hondureño de Seguridad Social en el año 2015. Un robo que ascendía a unos 266 millones de dólares y que se convirtió en uno de los mayores casos de corrupción de la historia del país. La revelación periodística influyó en intensificar la investigación y las manifestaciones populares contra los actos de corrupción develados.
“Eso fue acumulando una rabia en los sectores de poder. Específicamente, en el sector cívico-militar de la dictadura que comenzó a conspirarlo.” Aclara Benítez, a la vez que remarca que “ninguna de sus investigaciones, tanto las del fraude, las del golpe de Estado, las del golpe electoral del 2017, ni la del seguro social, fueron desbaratadas en ningún tribunal”.
La actividad periodística al filo del poder que llevó Romero hizo que se efectivizara su encarcelación en Marzo de 2019, a raíz de una condena por Difamación contra Sonia Gálvez, esposa del ex fiscal adjunto de la república, Rigoberto Cuellar. Fue mientras cumplía su condena que el periodista contrajo Covid-19, falleciendo por complicaciones derivadas del virus el 18 de Julio de este año.
El perro
Pero la experiencia de David Romero no es el único caso de atentado contra la libertad de prensa en Honduras, los tentáculos del poder azuzan aquí y allá constantemente. Milton Benítez lo sabe bien, desde que “El perro amarillo” comenzó a emitirse vía redes sociales, los robos y las querellas judiciales en su contra se fueron repitiendo.
Sin ir más lejos, el pasado 31 de agosto se interpusieron 33 querellas contra Benítez por supuestos delitos de difamación. El demandante es Guillermo Bueso, dueño del Banco Atlántida, quien, según pruebas presentadas por “El perro amarillo”, tiene vinculaciones con el narcotraficante Winter Blanco, del Cartel del Atlántico.
Sin embargo, Benítez le teme menos a los ataques del poder que a la asimilación de la desigualdad en el seno de la sociedad. “Le tengo miedo a que se normalice esta psicopatía del poder que ejerce una supremacía injusta, con un capital financiero sobre lo humano”, asegura.
Pueblos originarios y ecocidio
Es imposible hablar de las problemáticas de Honduras sin desandar un largo hilo de conflictos. En ese carretel de injusticias debemos posicionar el ataque sistémico a los pueblos originarios del país.
“Hace más de seis décadas que se vienen desplazando a los pueblos originarios y despojándolos de los bienes colectivos”, asevera Benítez. Y asegura que “ahora, el patrón utilizado es demasiado evidente. Ahora tenemos cuatro garífunas secuestrados”.
La referencia del periodista se remite al secuestro de cuatro líderes de la comunidad afrohondureña de los Garífunas. Los líderes fueron sacados por la fuerza de sus hogares el pasado 18 de julio, en la comunidad de Triunfo de La Cruz, en la costa norte hondureña.
La raíz del conflicto puede hallarse en la sentencia de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos que declara el territorio Garífuna como Ancestral en el año 2015. Esta declaración impidió el asentamiento de empresas turísticas en las costas del mar caribe, algo que despertó el amedrentamiento a la comunidad.
Pero en este tren de lucha no sólo perjudican a las comunidades, sino también al ecosistema. El desplazamiento de pueblos originarios no obedece sólo a negocios turísticos, sino también a la explotación extractivista. “Somos el segundo país con mayor producción de palma africana, un monocultivo que destrozó esas zonas arroceras”, apunta Benítez y aclara que las comunidades son desplazadas por grupos paramilitares. “En honduras hay 110.000 hombres armados no constitucionales en empresas de seguridad, que es la nueva forma de poder vestir ese paramilitarismo”, señala el periodista.
El horizonte es de lucha
Para Milton Benítez, a pesar de la pálida realidad hondureña, hay una esperanza en los nuevos liderazgos en el seno de la sociedad. “Ha ido creciendo la ciudadanía políticamente activa, aprovechando el desgaste de los caudillos”, asevera. Estos nuevos referentes sociales vienen a ocupar el lugar que la política tradicional y partidaria no supo sostener. En este contexto, asegura que se “ha dado paso al surgimiento de liderazgos como el de Miriam Miranda, que es quien encabeza la lucha de los pueblos negros”.
Como escribiera el poeta, “extraña sensación se trae del viaje” por las diferentes aristas del multiverso hondureño. Un relato de desaguisados políticos, económicos y sociales que toman tintes distópicos con la llegada de la pandemia y, junto con ella, nuevas tramas de negociados y corrupción en torno a los negocios de la salud.
Como señala Benítez, las nuevas expresiones de los movimientos sociales lograron victorias frente al modelo imperante (victorias que costaron vidas como la Berta Cáceres). Pero, como dice el mismo periodista, “Honduras no ha dejado de luchar, pero sus victorias son muy aleatorias”. Para llegar a una victoria que hiera de muerte al sistema que hoy encarna Juan Orlando Hernández, les tocará a la prensa y los movimientos sociales seguir una lucha en un contexto en el que el trabalenguas traba lenguas y el asesino, asesina.