Por Ricardo Serruya
El miércoles el presidente Fernandez habló en IDEA Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina. Una organización que convoca al empresariado de nuestro país, que –entre otras cosas- suele hacer declaraciones contra cualquier medida que proponga algo de justicia para las mayorías y que, hay que decirlo, no tiene peso en el escenario político.
Cristina no iba y Macri siempre fue, salvo el año pasado que coincidió con su campaña electoral y lo encontró viajando tratando de dar vuelta los resultados de la primera elección. Alberto, fiel a su postura conciliadora decidió asistir virtualmente como lo aconsejan estos tiempos.
Se sabía de antemano que se “jugaba de visitante”. Idea no disimuló nunca –tampoco lo hace ahora- su simpatía con Cambiemos, más precisamente con el macrismo y su antipatía histórica con el peronismo. Por otro lado es indisimulable el encono que siempre mostró el Kirchnerismo para con el coloquio que habrá que decir, viene devaluado, pues muchos empresarios “pesos pesado” hace un tiempo que se fueron corriendo.
Para poder darnos cuenta de lo “contaminado” que está este coloquio habrá que recordar que el año pasado, el momento central fue una especie de entrevista realizada por la titular de Latam, Rosario Altgelt a la entonces gobernadora de Buenos Aires María Eugenia Vidal.
Más que una entrevista pareció una reunión de dos amigas tomando un té con masas finas. Ambas se llenaron de elogios.. Vale recordar que todo eso sucedía en el marco de la campaña electoral que postulaba a Vidal para su re elección.
Así planteadas las cosas el discurso de Alberto Fernandez se realizaba en un clima tenso y si bien no fue presencial en el lujoso hotel Sheraton de Mar del Plata –lugar donde siempre se realiza- tuvo ecos virtuales en una plataforma donde incluso los participantes podían chatear y lo que se escribía era público.
En ese muro, sin respeto por embestidura alguna, a solo 9 meses de haber asumido, recibiendo una herencia catastrófica:36 puntos de pobreza, 2 años de recesión y el cierre de 25 mil pymes, generada por el gobierno que IDEA acompañó y mimó y enfrentando una pandemia destructiva se pudieron leer participaciones dirigida al discurso presidencial tales como «Su palabra está tan devaluada que no es creíble» o «Una humilde sugerencia al Presidente, que se junte con sus compañeros competentes», y hasta el cuestionamiento de uno que preguntó: «¿Sigue hablando?», molesto por la extensión.
El empresario Héctor Poli, de una de las petroleras importantes que hay en el país escribió “El Presidente dice cosas, que Cristina contradice. El problema de desconfianza es que él no se le planta, parece que manda ella, por eso no le puedo creer”. Como era de suponer no podía faltar –fiel a la escuela majuliana, alguna apreciación sobre Cristina.
Ese muro virtual se llenó de ataques al primer mandatario: lo acusaron de interventor burocrático y de no saber gestionar.
Como se ve la intención no reside en ir a escuchar –como todo coloquio- sino adoctrinar. Idea pretende que funcionarios políticos asistan para escuchar lo que ellos tienen que decirle sobre cómo llevar adelante la política económica, porque en su fuero íntimo suponen que ellos son los que planifican la vida económica de un país y lo que nosotros elegimos solo las ejecutan.
Por eso estaban tan feliz con Macri, no solo porque hacía lo que ellos pretendían, sino –y fundamentalmente- porque es uno de ellos.
No son amantes de la democracia –aunque en público lo afirmen- sino de lo que los griegos denominaban como la plutocracia: un sistema donde la sociedad está gobernada o controlada por la minoría formada por sus miembros más ricos.
Un día después se reunió el Consejo del Salario Mínimo Vitral y Móvil. Los mismos periodistas que nada dijeron de las desafortunadas palabras de los empresarios apuntaron todos sus cañones contra las centrales trabajadoras que solicitaron triplicar el salario mínimo.
Se podrá discutir si lo que se pide es posible de dar en estas épocas de vacas paupérrimas, pero lo que no se dice es que mucho más escandaloso es que el salario mínimo sea hoy de 16.875 y en marzo, con los aumentos acordados llege a $21.600 cuando la canasta familiar básica supera los 45 mil pesos.
Un salario mínimo alcanza para una tercera parte de lo que se necesita para no morir
Pero los escribas del poder salieron prestos a pegarle a los que reclamaban se triplique el salario.
Son así, le pegan al más débil, miran para otro lado cuando se trata de injusticias o improperios.
No les asusta ni le molesta la falta de respeto a “este” presidente y menos aún si vienen de los que visten y huelen muy bien, pero cargan su artillería contra cualquier aroma de reivindicación social.
“La economía moderna es dirigida. O la dirige el Estado o la dirigen los poderes económicos. Estamos en un mundo económicamente organizado por medidas políticas, y el que no organiza su economía políticamente es una víctima”. No es una frase de hoy, lo escribió Jauretche en su Manual de Zonceras Argentinas en 1968.
Queda claro que mucho sigue igual, tenemos –por lo menos- 52 años de zonzos, quizás sea hora de despabilarnos.