Por Ricardo Serruya.
Las noticias se repiten: “La aviación agrícola contra el dengue” titula la sección “Campo Litoral” del diario santafesino que considera que la fumigación con aviones para combatir al mosquito causante de la enfermedad, es una actividad que “suma beneficios”. Además afirma que “la aplicación aérea es el único método que puede reducir rápidamente la propagación de este flagelo en un área grande”, comentando también que es “importante el monitoreo y un estricto control vía terrestre.”. (suplemento “Campo Litoral” del 20 de octubre de 2020)
El artículo está repleto de elogios, nombra casos como el de Venado Tuerto, donde dice, se hizo logrando resultados óptimos y que por esa razón la municipalidad de ese lugar convocó a las tres empresas aplicadoras que existen en la zona para aumentar las fumigaciones, de manera tal que hoy se estarían aplicando en aproximadamente 4.000 hectáreas y se piensa extender la práctica a varios pueblos de la zona como Maggiolo, San Eduardo y San Francisco.
No es en el único lugar que se realiza este tipo de actividad. En marzo de este año, los medios de Sastre y Ortiz informaba que se estaba realizando pulverizaciones “en el marco de las acciones realizadas para combatir el dengue”, algo permitido por la ordenanza 1174 de esa localidad.
En diferentes medios, la intendenta María del Carmen Brunazzo detallaba que la acción se llevó a cabo en los tres clubes y en distintas áreas de la ciudad
Por esa misma época, se informaba que misma actividad se desplegaba en San Jorge, donde “el Municipio dispuso la pulverización aérea en todo el ejido urbano.” La aplicación se realizó en la tarde-noche de este sábado y se aclaraba que “el producto no daña ni a personas ni a animales”.
¿Es esta actividad recomendable desde lo sanitario y lo ambiental?
¿Resulta, además, efectiva?
Lo primero que hay que mencionar es que el Ministerio de Salud de la Nación determinó que esa modalidad de aplicación, resulta perjudicial para la salud pública y el ambiente ya que el producto en estas condiciones podría caer en espejos de agua o en almacenamientos de agua potable.
Por otro lado se está esparciendo productos denominados piretroides que son insecticidas que suelen aplicarse a las cosechas, plantas de los jardines, los animales domésticos e, inclusive directamente sobre humanos, para combatir la pediculosis. En este aspecto, algunos profesionales aconsejan no utilizar este tipo de shampoo o lociones con estos compuestos.
Como en tantas otras cosas, que se realice no significa que sea correcto.
Diferentes organismos sanitarios advierten niveles que altos de piretrinas o piretroides pueden causar mareo, dolor de cabeza, náusea, espasmos musculares, falta de energía, alteraciones de la conciencia, convulsiones y pérdida del conocimiento. Los cambios de estado mental pueden durar varios días luego de que la exposición a altos niveles ha terminado y si bien no existe evidencia en que se afecte la capacidad de reproducción en seres humanos, algunos estudios en animales han demostrado una reducción de la fertilidad en machos y hembras.
En este aspecto resulta fundamental el estudio realizado en el año 2017 por investigadores y pediatras del Departamento de Pediatría de la Universidad Estatal de Nueva York y el Upstate Medical University, Syracuse que demostraron que las tasas de diagnóstico de retraso del neurodesarrollo en niños aumentaron en una región con aplicación de pesticidas en áreas que emplean aplicaciones aéreas de pesticidas piretroides para combatir enfermedades transmitidas por mosquitos (Hicks y col 2017)
Los piretroides son más tóxicos en los insectos y los mamíferos y permanecen en el ambiente. En el aire y en el agua son degradados en uno o dos días y suelen adherirse firmemente al suelo donde eventualmente son degradados por microorganismos .
Consultado al experto en Ecotoxicología ambiental de la UNL, el Dr. Rafael Lajmanovich fue contundente “las fumigaciones áreas no son recomendadas para el control de larvas del mosquito Aedes aegypti y son un serio riesgo para la salud humana y animal. En especial para la fauna acuática como los anfibios (ranas y sapos, en su etapa reproductiva como renacuajos, en verano, que coincide con las aplicaciones áreas que se están realizando).” En este sentido, el Laboratorio de Ecotoxicología de la FBCB-UNL fue pionero en estudiar la ecotoxicidad de productos utilizados como larvicidas para el control de mosquitos considerados “inocuos” (Bacillus thuringiensis (o Bt)) (Lajmanovich y col 2015). Además de corroborar extrema toxicidad de piretroides utilizados por Área de Control de Vectores de la Provincia de Santa Fe (Junges y col 2017; Lajmanovich y col 2018).
A nuestro cuerpo ingresan al comer alimentos contaminados con estas substancias, respirando el aire o en contacto con la piel.
¿Sabrán los intendentes e intendentas y quienes presiden las comunas que este producto es el que se vierte sobre sus habitantes?. ¿Existe algún control sobre la cantidad de este producto que se tira?
La estrategia de llevar a cabo este tipo de combate con el dengue es resistida por GIMA (Grupo de Investigación sobre Mosquitos en la Argentina), un colectivo de investigadores/as de CONICET que desarrollan actividades de investigación, docencia y divulgación en diferentes Laboratorios, Centros, Instituto y Universidades de Argentina.
En su página web (https://mosquitosargentina.wordpress.com/about/) transcriben un informe donde aclaran que, “si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la pulverización aérea para casos donde el acceso terrestre es sumamente dificultoso y cuando existen áreas extensas a tratar rápidamente, su uso para el control del mosquito Aedes aegypti requiere de equipamiento técnico específico para tal fin, con el que no se cuenta en la actualidad en nuestro país.”
El interesante informe (que debieran leer las autoridades gubernamentales que propician esta práctica) aclara que nuestro país no dispone del tipo de aviones pulverizadores ni de pilotos certificados para salud pública y que esta clase de prácticas “podrían provocar grandes problemas ambientales. Las aplicaciones realizadas sin los procedimientos técnicos exigidos ponen en mayor riesgo la salud pública y el ambiente. Pueden causar un impacto negativo en la biodiversidad y en particular un efecto perjudicial en polinizadores y otras especies de insectos benéficos.”
El 31 de marzo de este año publicaron una extensa nota titulada “Peor el remedio que la enfermedad” donde volvieron a alertar a las autoridades que no resultan recomendables las fumigaciones aéreas “debido a su baja eficacia y elevado riesgo toxicológico” y aclaran que no solo no resuelve el problema sino que son “un gasto innecesario de recursos”.
El ya citado Dr Rafael Lajmanovich coincide con GIMA y además aportó evidencias bibliográficas internacionales sobre que la utilización de aviones no reduce la tasa de oviposicionamiento de Aedes aegypti, y relató el caso de Jamaica que sufrió un brote de dengue de octubre a diciembre de 1995 donde esta práctica fue inútil ya que en el interior de las viviendas no se vieron afectadas en gran medida (Castle y col 1999).
Aún así estas dinámicas se están llevando a cabo en diferentes lugares de la Provincia de Santa Fe auspiciado por autoridades que, no solo parecen desconocer sus implicancias, sino que además no se asesoran.
Queda claro que existe una intencionalidad gestada por la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas en mostrarse frente a la sociedad como preocupados por la población general.
Ante diferentes fallos que limitan las fumigaciones terrestres y aéreas por considerarlas –a partir de pruebas científicas- perjudiciales para la salud como el caso de la escuela Santa Anita en Concepción del Uruguay, donde el Tribunal Oral de esa ciudad condenó al presidente de la empresa fumigadora, el dueño del campo y el piloto a un año y medio de prisión por fumigar cerca de una escuela, o los recientes casos de Sastre y Ortiz donde se limitan la fumigaciónes terrestres y aéreas o el de Ituzaingó, tan solo por nombrar algunos, estas prácticas buscan sensibilizar la producción sobre el “aporte desinteresado” de este sector.
No es la primera vez que ocurre, en el año 2013, Pixar y Disney volvieron a demostrar que la industria cultural suele ser muy astuta a la hora de “lavar conciencias y cabezas” cuando crearon a “Dusty” un simpático y querible….”avióncito” fumigador
Las fumigaciones aéreas para combatir el dengue no solo son ineficaces y peligrosas sino que además viola la normativa de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC), que explícitamente prohíbe a las aeronaves a volar sobre aglomeraciones de edificios en ciudades, pueblos o lugares habitados, o sobre una reunión de personas al aire libre, excepto cuando sea necesario para despegar o aterrizar o cuando se cuente con una autorización especial de la Autoridad Aeronáutica competente.
Si bien en marzo de este año el equipo técnico de la Federación de de Cámaras agroaereas realizó un protocolo del control de mosquitos para aplicaciones aéreas en zonas urbanas y periurbanas, no puede considerarse de mayor valía que la prohibición efectuada por la ANAC.
Una vez más resulta imprescindible que el árbol no nos tape el bosque, que el covid no nos tape el dengue y que Dusty no nos siga engañando.-