Por Ricardo Serruya.
Un pibe por pedido del padre, toca en su violín la marcha peronista y la sube a las redes sociales. Le llueven insultos.
Alguien va a la marcha del 17 de octubre y le dicen choriplanero.
Un ex presidente dice que todo un partido político está copado por los que no les gusta trabajar.
Un grupo de chacareros top acude a un predio donde está una de las dueñas e invitan a que se retire junto a otras personas asegurándole que no les va a pasar nada, que la policía no ejercerá violencia, salvo que no acepten la invitación. Mientras otro grupo de chacareros top por mensajes de audios se dan ánimo para ir a tirarles tiros a esos negros de mierda
El MAS gana en Bolivia y alguien, sin empacho menciona que el pueblo boliviano no aprende más, que le dan el poder a unos indios ignorantes.
Todos estos hechos ocurridos en los últimos días, demuestran que el odio visceral que tienen algunos por todo lo que huela a pueblo los desborda y los saca de cualquiera acción racional.
Dicen confiar en la democracia, solo si los resultados o las movilizaciones son protagonizados por ellos, si otros son los que ganan, si otros son los que salen, si algunos quieren ejercer sus derechos, ya no son democráticos ni republicanos.
En realidad nunca lo fueron.
Los resultados electorales de Bolivia, mal que les pese, son la consecuencia de un pueblo que resistió durante un año una dictadura que los reprimió y les derogó derechos adquiridos , pero además demuestra que las acusaciones vertidas hace más de un año, en cuanto a que había habido fraude en aquellas elecciones ,eran mentiras y solo servían como excusa para justificar el corte de un mandato constitucional
De todas maneras, cuando pasaron solo algunos días de las elecciones y a pesar del rápido reconocimiento por parte del oficialismo de la derrota, sería de una inocencia supina suponer que harán “mutis por el foro” o que no están agazapados para interrumpir cualquier proceso de justicia y que atente contra los privilegios de los menos.
Muchas son las lecturas que se pueden hacer a partir de esta victoria: una de ellas –y la más obvia- es un castigo al gobierno de facto de Jeanine Añez por como manejó la pandemia, pero también es un mensaje a una gestión repleta de causas de corrupción y de atentados a los derechos humanos básicos.
Pero quizás la lectura más importante para hacer en estas horas es a futuro. Posiblemente este sea un peldaño en la escalera de gobiernos no reaccionarios en nuestro continente en tiempos donde Ecuador y Chile deben elegir sus representantes.
Ya sabemos que hoy con ganar las elecciones no alcanza. Los condicionamientos que vienen de adentro y de afuera, encorsetan a movimientos políticos que, a priori, encasillamos progresistas o populares. Argentina es un claro ejemplo. Las trabas que una oposición descarnada pone al un mandato constitucional que no lleva todavía ni un año, dificultan el caminar. Como lo dificulta la falta de atrevimiento político del oficialismo que repite recetas ya conocidas.
La gente manifestándose en la calle y virtualmente el 17 de octubre fue una clara muestra de estas lecturas.
Por un lado un grupo de, como tituló acertadamente Tito Cosa en una columna publicada en Página 12 esta semana, “incorregibles” que así como bombardearon la plaza de mayo o escribieron “viva el cáncer” en las paredes, salen hoy a pedir lo mismo, que un cáncer se la lleve a Cristina y que algo haga desaparecer de su vista las “hordas” de ciudadanos que se expresan.
Como hace algunas décadas lo hicieron, les encantaría prohibir canciones y símbolos. Hoy, sumada a la enorme impericia propia, intentan hackear páginas virtuales. Hasta el choripan censurarían si no fuera porque, aunque no lo reconozcan, les encanta.
Antes hablaban del tirano prófugo, ahora se escandalizan por vivir en una supuesta dictadura.
Y aún así no pueden, porque como se ha dicho ya tantas veces, el pueblo, la gente, la ciudadanía (ponele el nombre que quieras) guste o no cuando camina por la calle hace historia.
Este periodista ya no es tan romántico para suponer que está naciendo algo nuevo ( ni en Bolivia ni acá) pero si distingue entre un pasado reciente tenebroso y este presente que, al menos, promete algunos cambios. Distingue además entre los que marchan sin saber porque lo hacen (ellos mismos así lo demuestran cuando se les pregunta), los que copan la calle porque les molesta la universalización de los derechos y los que –seguramente con errores- intentan ganar espacios pensando en algo colectivo.
Si alguien se entusiasma y piensa que por lo sucedido en Bolivia o por la importante presencia de gente en la calle el 17 se está torciendo el brazo en la pulseada, se equivoca.
Los grandes medios de comunicación, el sistema financiero – exportador y los que fijan el precio del dólar son los que, sin salir a la calle, te condicionan la vida.
Ninguno de ellos está dispuesto a resignar un centímetro. Y así lo expresaron esta semana.
Hoy son mucho más bárbaros a la hora de expresarse y no tuvieron empacho alguno en salir con sus camionetas y sus llaveros cuenta ganados a defender a Luis Etchevere quien ya tiene causas por trata de personas y ahora se lo investiga por presuntos delitos económicos, estafa, falsificación de firmas y vaciamiento de compañías de la familia.
Acudieron a un campo donde estaba una de las dueñas y con total impunidad y haciendo visible que son los dueños real del poder, un civil ofreció un “salvoconducto” para “tratar de salir de la provincia sin ningún problema, sin que nadie los toque ni nada”, que “ya había hablado con la policía para que se puedan ir sin problemas”. Les pidió que consideren la oferta por que el podía estar muy tranquilo pero otros no.
Ningún fiscal investiga este desmadre.
La justicia resuelve, dice que no puede desalojar porque esa tierra le pertenece y lo muy republicanos siguen manifestándose en la entrada del lugar. ¿Quiénes son los que quieren manejar la justicia?
Tampoco ningún fiscal le piden explicaciones a la diputada cordobesa de Juntos por el Cambio Patricia De Ferrari, que se preguntó, en su cuenta de twitter, si faltaba mucho para que aparezcan los falcon verde para impartir justicia a la medida de Grabois y compañía.
Se ve que para algunos diputados es mucho más grave besar un pecho que pedir que desaparezcan.
Muy rápidos los chicos, mezclaron un conflicto judicial de sucesión de propiedad de una familia con una clara movilización anti gobierno. Es más ya llamaron a una nueva marcha “anti todo” para el 8 de noviembre.
Curiosa manera de ser republicanos, ahora cuando la justicia dictamina y no les gusta piden la fuerza bruta de los hechos.
Nada nuevo, como siempre- pero mucho más impune.