Por Lucía Puebla
Precios mucho más altos, complicaciones a la hora de ir a comprar productos,
inconvenientes en las obras sociales y en los restaurantes. Situaciones que con la
pandemia del coronavirus se complicaron mucho más.
La celiaquía es una enfermedad que puede despertarse en cualquier persona, sin
distinción de sexo o edad. No tiene cura ni medicamentos mediante los cuales
combatirla. La persona a la que se le detecta esta enfermedad debe realizar una
dieta de por vida, de la cual se excluyen el trigo, la avena, la cebada y el centeno
(de ahí su acrónimo sin T.A.C.C, que se utiliza para identificar a los productos que
son aptos para celíacos).
El hecho de ser celíaco en Argentina representa un problema para los pacientes
de esta enfermedad, y se agudiza mucho más con la pandemia. Se puede decir
que los pacientes que pueden realizar la dieta tienen que tener un cierto poder
adquisitivo. Dicho en otras palabras, si no se posee dinero, no se puede tratar
la enfermedad.
Algunas obras sociales realizan remuneraciones que no alcanzan a cubrir lo que
realmente valen los productos, y mayor es el problema si se es portador de la
enfermedad y no se tiene obra social. Estas garantizan una remuneración por
productos comprados, pero también representa un problema, ya que se necesitan
una serie de requisitos como tickets con nombre y DNI de la persona, y la mayoría
de las veces las dietéticas o supermercados no tienen la posibilidad de hacer este
tipo de comprobante. Esto se suma al hecho de que algunas obras sociales no
admiten tickets de supermercado, lo que significa un problema que se enfatiza aún
más con la pandemia, ya que la posibilidad de ir a otro lugar a comprar donde
exista más variedad de productos es reducida.
Uno de los lugares (y quizá el más común) donde podemos encontrar alimentos
para celíacos es en los supermercados. Pero los celíacos no pueden realizar una
compra “normal” y completa como el resto de la gente, porque no existe una oferta
variada de productos. Estos se encuentran en un sitio especial y sólo tienen dos o
tres productos: galletas de arroz, masitas y con mucha suerte un paquete de
fideos. Un fenómeno muy común que puede verse en estos centros de compras
es el de las galletas de arroz. Las góndolas se encuentras repletas de estos
productos y en todos sus tipos: redondas, cuadradas, dulces, saladas, más
gruesas, más finas, bañadas en chocolate. Pero hay un problema: el celíaco no
se alimenta sólo de galletas de arroz. Lo mismo sucede con las masitas, sin
mencionar el hecho de que siempre se encuentran disponibles las marcas más
caras.
Otro de los lugares donde la persona celíaca puede ir a comprar alimentos es en
las dietéticas. Éstas son el “mal menor”, ya que algunas cuentan con una oferta un
poco más variada, pero los precios siguen siendo exorbitantes en todos los
productos.
Los lugares a los que puede concurrir una persona celíaca a realizar sus compras
son reducidos, y mucho más en la situación del aislamiento debido a la pandemia
ya que solo se permite ir al supermercado o a la dietética que más cerca esté del
domicilio, con todos los inconvenientes que éstos generan y que ya se
mencionaron anteriormente.
La pregunta surge necesariamente: ¿para ser celíaco en Argentina hay que ser
rico? porque como pudimos ver, solamente las personas que gozan de cierto
poder económico tienen la posibilidad de poder adquirir estos productos tan
costosos.
Otro conflicto surge a la hora de salir a comer afuera. La mayoría de los bares y
restaurantes no poseen una carta para celíacos, y si la tienen ofrecen solamente
cinco productos como mucho. De ahí surge otro problema: la disponibilidad de la
comida que se está pidiendo. Además de esto, se deben tomar precauciones en
cuanto a la “contaminación cruzada”, o sea, la necesidad de que no se utilicen los
mismos utensilios de cocina para realizar el menú de celíacos que para el resto
de las comidas, ya que pueden quedar en ellos restos que pueden afectar a la
persona que tiene celiaquía. Una tarea muy sencilla pero que muy pocos (quizá
ninguno) de los empleados de los bares conoce y lleva a cabo.
Como se ve, ser celíaco resulta complejo. En nuestro país, si bien en los últimos
años hubo avances en cuanto al conocimiento de la celiaquía, no hay una
conciencia social de inclusión para estas personas. La mayoría de los que
conocen esta enfermedad y las complicaciones que trae es porque alguna
persona cercana la padece, cuando tendría que ser materia de concientización y
de cambio, para que las personas que padecen celiaquía no tengan que gastar
más que otros ni deban sobrellevar una enfermedad con tantas complicaciones
como las que se presentan.