Por Ricardo Serruya.
Se llevó a cabo, en la ciudad de Rosario, el VII Congreso Internacional de Salud Socioambiental y IV Encuentro Intercontinental “Madre tierra una sola salud”, organizado por el Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad Nacional de Rosario. Onda verde programas de TV y de radio y www.sepresumeinocente.com.ar estuvo presente. Incompleta pero necesaria crónica de tres días de crecimiento.
El frío no acobardó a los protagonistas. El paro del transporte público dejó con las intenciones de otros en participar. Igualmente, una vez más, hombres y mujeres caminaron por la calle e hicieron historia.
Cuando el sol comenzaba a despedirse, de la plaza Pringles partió una nutrida caravana de personas dando inicio a une nueva marcha de los Barbijos, En su tercera edición (la primera realizada antes de sufrir la pandemia y la segunda el año pasado), calles de Rosario se poblaron de habitantes de esa ciudad y de otras, muchos de ellos participantes del VII Congreso Internacional de Salud Socioambiental .
Bajo la consigna “La salud no se negocia” , los barbijos puestos en el rostro de los manifestantes denuncian las consecuencias de un modelo extractivista que va, desde las fumigaciones hasta la explotación del subsuelo llevada a cabo por la minería a cielo abierto, pasando por la contaminación industrial y un modelo de consumo que enferma territorios y cuerpos.
Rosarinos y rosarinas que volvían a su casa, luego de una jornada de trabajo, otros que caminaban de paseo o de compras por la peatonal, estudiantes que salían de la escuela secundaria junto a otros que ingresaban a la facultad eran espectadores de una marcha protagonizada por militantes ambientales y territoriales que, cantando consignas y portando banderas, expresaban su preocupación por lo que sufre nuestro planeta.
Uno de los organizadores es el periodista, militante por los Derechos de la Naturaleza e integrante del colectivo “Paren de Fumigarnos de la provincia de Santa Fe” Mauricio Cornaglia, que, como maestro de ceremonias, en un escenario montado frente al Concejo Deliberante de esa ciudad, hizo especial mención a , en un contexto de agresión sistemática al planeta y a los ciudadanos que lo habitan , la ausencia de una clase política que, “debiera estar acá pero mira para otro lado”.
La marcha fue convocada en el marco del VII Congreso Internacional de Salud Socioambiental, el IV Encuentro Intercontinental Madre Tierra una Sola Salud que organiza el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional del Rosario que, si bien concretó actividades durante las semanas previas, invitaba a la primer Jornada del Congreso que comenzaría, temprano, en la mañana del miércoles
UN CONGRESO CARGADO DE VOCES
La helada que cayó en la noche anunciaba una mañana fría.
Así fue, el termómetro marcaba un grado bajo cero cuando el ECU (Espacio Cultural Universitario), abría sus puertas para la Conferencia inaugural. En un pomposo y bello edificio, que alguna vez fue sede del Banco Nación y hoy pertenece a la Universidad Nacional de Rosario, se llevó a cabo la conferencia inaugural del VII Congreso Internacional de Salud Socioambiental y IV Encuentro Intercontinental “Madre tierra una sola salud”
Profesionales de las ciencias médicas, de otras disciplinas, docentes, estudiantes se mezclaban con militantes ambientales, integrantes de pueblos originarios y de asambleas ciudadanas que iban acomodándose para escuchar , entre otros , a Damián Verzeñassi, Director del Instituto de Salud Socio Ambiental que organiza este evento, y a Franco Bertolacci, Rector de la Universidad Nacional de Rosario. Ambos coincidieron, entre otras cosas, en lo fundamental que significan estos espacios de crecimiento y, fundamentalmente, que se hagan con el aval de la Universidad Pública.
Abierto formalmente el Congreso, la mañana continuó con momentos emocionantes como fue la entrega del premio Carlos Vicente, entregado por su esposa, a protectores de semillas y que fue antecedido por la presentación del libro “Recordar, Resistir, Re-Existir” que recopila ponencias, conferencias y charlas dadas en el VI Congreso realizado hace dos años.
El momento de mayor disfrute –al menos para este cronista- fue la mesa redonda que cerró esa mañana cuando el reconocido epidemiólogo Gianni Tognoni, en un sincretismo fabuloso, expuso junto al anciano de la comunidad diaguita Marcos Pastrana.
Tognoni es uno de los mayores especialistas mundiales en políticas sanitarias y dirige el Instituto de Investigaciones Farmacológicas de Milán que realiza investigaciones Independientes sobre la industria farmacéutica, pero también es Doctor en Filosofía, una mixtura que le permite, con gran solvencia, mezclar datos duros de la ciencia médica con una mirada humanista del conflicto.
“La salud no es un problema médico” comenzó afirmando en su exposición pare completar diciendo que son las Universidades pero también las comunidades quienes deben ser productores del conocimiento para un buen vivir.
Marcos Pastrana, que de esto sabe y mucho, escuchaba con atención y afirmaba moviendo levemente su cabeza de arriba abajo.
En una conferencia que duró casi una hora, acompañada por un powerpoint, Gianni Tognoni abrió un abanico de interesantes conceptos y afirmaciones que hacían pensar a un público que escuchaba con atención, como cuando, sin tapujos, argumentó que los datos sirven para ver la realidad, describen, pero que no dicen como cambiar los contornos que deben ser modificados, que para ello es necesario –entre otras cosas- cruzar indicadores que relacionen las enfermedades con determinantes socio económicos y que, además, concrete un mapa de las pobrezas.
Con una chalina que presentaba los colores de la wiphala, tomó el micrófono Marcos Pastrana. De hablar pausado y tranquilo cautivó a los asistentes con su sabiduría ancestral.
La academia y el saber popular se abrazaban. Los que presenciábamos semejante acto de amor, disfrutábamos.
Pastrana no es alto, más bien es de contextura baja. De piel marrón y con abundante pelo se presentó como anciano de su comunidad Diaguita y que semejante afirmación no debía demostrarla pues estaba a la vista. Enseguida remató con una de sus tantas frases tan sabias como contundentes ”Todos fuimos alguna vez pueblo originario”, dijo.
Entrando en el tema central: “salud en contextos de cambio climático” aseveró que lo que vivimos es un cambio geológico, no climático, que esos cambios pueden darse armoniosamente y de forma natural o, como nos sucede hoy, de manera global y creados por el poder y puso como ejemplo lo que llevan a cabo las mineras en el noroeste argentino derribando la cordillera y agrediendo a la naturaleza.
Para fundamentar sus dichos afirmó que su fuente son sus ojos, lo que ve de la realidad y fue generoso a la hora de brindar propuestas: “Debemos marchar al buen vivir”, dijo y argumentó que en ese camino se debe tener en cuenta a la estética. Un sabio resumen de aquellas consignas que abrazamos en la década del 70 cuando decíamos que un mundo que sea justo, debe ser también bello. Claro que distinguió que existen diferentes estéticas: la que él llama artificial, que es la creada por el ser humano, y la natural que es una estética cósmica, una visión del verdadero orden
Pastrana fue interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de los que allí vivíamos una experiencia interesante. En uno de esas pausas, con voz clara afirmó que los “Derechos Humanos serían mejores si fueran compartidos con toda la existencia y que los derechos esenciales son los territoriales, si queremos reconstruir los ecosistemas lo que menos necesitamos es el dinero, lo único que se necesita es devolverle al pueblo sus territorios y los territorios a su pueblo.”
Después de más una hora donde reinó el silencio y el respeto, en aquel señorial salón retumbaron aplausos de una concurrencia que se puso de pie ante tanta dulce sabiduría.
Las mesas redondas continuaron por la tarde de ese miércoles y durante todo el día jueves y viernes. Científicos, médicos, militantes, campesinos de Latinoamérica nos cruzábamos en los pasillos y compartíamos experiencias y saberes. En otras salas talleres vinculados con la alimentación saludable, los hospitales verdes, la comunicación y la educación popular generaban debates y conocimientos.
Para cualquier asistente resultó imposible poder acudir a todas las actividades, pero en muchas de ellas el denominador común fue pensar sobre la relación existente en nuestros días entre extractivismos y relaciones humanas. Como muy bien lo expresó en una de las mesas la Licenciada en Nutrición Docente e Investigadora de la universidad de Buenos Aires Andrea Graciano, cuando hablamos de salud hablamos del “ejercicio de lucha por una vida digna contra las hegemonías”
ZONAS DE SACRIFICIO
Paraguayos, Argentinos y Ecuatorianos confluyeron en una mesa tan interesante como actual: debatieron sobre las zonas de sacrificio. Mujeres trabajadoras en la industria del banano en Ecuador contaban sus experiencias junto a pares que relataban como enfrentaron a las multinacionales mineras en Famatina, junto con otras que protagonizaron luchas contra las fumigaciones en Paraguay y en Argentina
Elizabeth Bravo es una referente de nuestro contiente. Ecuatoriana forma parte de la organización “Acción Ecológica”. Fue la encargada de contextualizar el término: Zonas de Sacrificio y lo definió como esos espacios que existen en nuestro continente que albergan proyectos destructivos y que, además, aumentan la posibilidad que ocurran desastres.
Con una didáctica envidiable Bravo, en poco tiempo, disparó una batería de conceptos esclarecedores. Afirmó que en toda zona de sacrificio siempre hay intencionalidad de los Estados, que se ejerce una violencia que la justifican por las ganancias y que el cinismo de discurso argumenta, sin pudor alguno, que la población debe hacer una ofrenda (la de su salud o su vida) por un bien superior que, disfrutan otros.
A la exposición teórica se le sumaron los testimonios de resistencia de Paola Sanchez Peralta (Campesina Ecuatoriana), Alicia Amarilla Vieyra (Campesina indígena de Paraguay) , Mauricio Cornaglia (periodista y militante por los Derechos de la naturaleza de Argentina),Cecilia Mata (Educadora Popular y Defensora del agua en Famatina y Cristina Amulfi (Investigadora e Integrante de la Asamblea Ciudadana paren de Fumigar, vinculada a la lucha de las Madres de Ituzaingó, de Malvinas Argentina, Provincia de Córdoba).
Una vez más el sincretismo decía presente.
En otra de las mesas Graciela Canziani , especialista en ecología matemática y estudiosa de las dinámicas de procesos ecológicos y análisis de factores ambientales, volvió a tomar el tema de las Zonas de Sacrificio
Con una maestría discursiva transitó por diversos temas aclarando que cuando se habla de dañar a la naturaleza se lo hace desde una dialéctica económica basada en los costos y beneficios poniendo a la economía por encima de la naturaleza y que lo que hoy se necesita es una relación distinta ya que “la humanidad es dependiente del ecosistema”. Fue por demás de clara cuando define el término economía como la ciencia que estudia métodos eficaces para satisfacer necesidades
Acompañada con una presentación visual Canziani planteó una de las tantas falsedades que se presentan por estos días: “se justifica la destrucciónde la naturaleza ante la imperiosa necesidad de producir alimentos en un mundo donde cada día aumentan los hambrientos y donde casi la mitad de la comida termina en los basurales ocasionando un doble perjuicio: el moral de desechar alimentos mientras otros mueren de hambre y el ambiental ya que una vez descartados producen gases que afecta el cambio climático”, y aclaró “no se trata de un problema de distribución, sino de distribución”.
La degradación del suelo por el incesante cambio climático y su exposición frente a los químicos, la pérdida de biodiversidad y de hábitat están disminuyendo la calidad de vida en las Américas, dijo Graciela Canziani para finalizar dictaminando que son “nuestras elecciones las que impactan la calidad de vida y la salud y que, en este contexto, necesitamos aprender”
CRISIS CIVILIZATORIA
Matías Bueno, integrante del Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario abrió una mesa donde estuvo presente el tema de la crisis ambiental y civilizatoria que vivimos. El Docente Universitario afirmó que “en Latinoamérica necesitamos pasar a un estado ambiental de derecho , pero que esto no incluye crear nuevos derechos sino darle una perspectiva ambiental a las instituciones del estado y a la política”
El extractivismo en la parte sur de nuestro continente muestra su cara más cruel en la expoliación que se está realizando con el Litio. Los hechos ocurridos –al momento de escribir esta nota- en Jujuy vuelven a demostrar que el modelo extractivista -que todo se lleva y todo lo contamina- no cierra si no es con represión.
Mel Argento es, sin lugar a dudar, una de las personas que más ha estudiado el tema del extractrivismo. Docente, autora de diversos artículos sobre este temas, hoy se la considera una especialista en el tema litio .
Con la autoridad que ya le conocemos realizó un recorrido sobre los nuevos avances geopolíticos que se viven en nuestro territorio que conviven con la complicidad de una clase política que es responsable y cómplice de una destrucción ambiental y una entrega de los recursos que lo relaciona con la década infame y el bochornoso pacto Roca –Rucciman
Fue una antesala brillante para escuchar a Maristela Svampa.
Con su chal que la acompaña a todos lados y su seguridad conceptual a la hora de exponer Maristela volvió a dar cátedra a un público ávido por escucharla.
El tema que la convocó fue el de la transición energética a la que la definió como “corporativa, y dominante” y volvió a usar el término “Zonas de sacrificios” al mencionar que esta parte del planeta está exponiendo su territorio y sus cuerpos para que el primer mundo haga su transición energética.
“Es una transición neo colonial: repite el colonialismo del pasado, la transición se hace en el norte, no en el sur y en nombre de esa transición, entregamos el litio. Construyen autos eléctricos en el norte con el despojo del sur. Es un colonialismo verde”, expresó en parte de su ponencia.
Como suele ocurrir, las afirmaciones y las opiniones resultan más contundentes cuando se la acompaña de información. Svampa lo sabe y por eso, seguramente, no escatimó en datos: “Europa consume el 20% de los recursos de todo el mundo, pero solo tiene el 3%, decide hacer la transición energética expoliando al sur, quiere descarbonizar pero no tiene las materias primas para hacerlo y vienen a buscarlos acá ” y lo grafica de manera excelente cuando dice “son las nuevas carabelas”
Interrumpida por aplausos Svampa, una vez más, cautivó a un auditorio que tomaba nota o grababa sus dichos. Integrantes de organizaciones ambientales del Norte argentino y de poblaciones que residen al pie de la cordillera, que saben –y mucho- de lo que se sufre en estos lugares ante la presencia de la minería a cielo abierto asentían cuando quien exponía afirmó que la actividad minera es la que ocasiona el mayor número de conflictos en el país. No es una opinión que no esté sustentada en hechos de la realidad y lo demuestra cuando aclara que el 60% de los asesinatos a ambientalistas ocurren en Latinoamérica y fundamentalmente son víctimas del agronegocio o de la explotación minera a cielo abierto.
Su alocución llegaba a su fin “A más minería, menos democracia”, dijo de manera tajante y afirmó que” la transición implica pensar que sociedad queremos en un planeta dañado donde hay que construir justicia ambiental y social”
Era un bien cierre de jornada.
Nos esperaba, al otro día, más mesas y presentaciones de libros. Abogados hablaran de la justicia ecológica, un colectivo de mujeres expondrán sobre la quema de espacios verdes en las islas del sur de la Provincia de Santa Fe y un tribunal popular protagonizará un juicio ético a los ecocidas.
Después de dos años el Congreso llegaba a su final.
Veintisiete disertantes de diferentes países, talleres, reunión de pueblos fumigados de Argentina y Sudamérica , marcha plurinacional de los barbijos fueron un abanico de actividades, una patriada organizada por el Instituto de Salud Socioambiental y apoyada por una veintena de organizaciones que vuelven a demostrar que aún siendo protagonistas de la mayor crisis civilizatoria de la humanidad, un enorme racimo de hombres y mujeres están dispuestas a resistir, como el amaranto, generando anticuerpos ante tanta fumigación cultural.