(Por Ricardo Serruya)
En medio de ataques y agresiones sufridas, los investigadores argentinos continúan elaborando informes y aportando a la construcción del bien común.
Un trabajo multidisciplinario realizado por científicos del Laboratorio de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas y de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Nacional del Litoral junto a otros de la Universidad Nacional de Córdoba y del Bremen Center for Computational Materials Science de Alemania, demuestra que la mezcla de plaguicidas compuestos por herbicidas, insecticidas y funguicidas utilizados en la agricultura son más tóxicos que de manera individual y afectan gravemente la fauna acuática. La mezcla de estas sustancias genera un nuevo componente tóxico que produce más daño que la sustancia de manera individual.
Los autores de la investigación son Ana Cuzziol Boccioni, Rafael Lajmanovich, Andrés Attademo, Germán Lener, Carlos Lien-Medrano, María Fernanda Simoniello, Maria Rosa Repetti y Paola Peltzer
El trabajo fue publicado en la revista científica de alto prestigio internacional Drug and Chemical Toxicology y se trata de un trabajo de investigación inédito en la Argentina. Uno de los investigadores : Rafael Lajmanovich relata que “con el trabajo queda demostrado como la mezcla de plaguicidas de lo que habitualmente está en las matrices ambientales de sedimentos, agua o biota y hasta en las mismas personas producen efectos que son mucho más que la suma de los ocasionados de manera individual a la que denominamos efecto cóctel”.
Con la misma gorra de visera que suele utilizar para sus trabajos de campo, Lajmanovich le relata a este periodista que el efecto cóctel está muy poco estudiado a nivel mundial y que abordaron el trabajo desde dos puntos de vista: la dinámica que poseen estos productos en los anfibios, junto a un aporte realizado que concreta simulación computacional y que demuestra que estos compuestos, cuando llegan a los ambientes, interactúan químicamente y forman nuevos compuestos que hace que alteran las propiedades físico-químicas explicando –posiblemente- la persistencia de estos componentes.
El campo de estudio fue el río salado, el mismo curso de agua donde el laboratorio de ecotoxicología había realizado en los años 2022 y 2023 un trabajo de investigación donde quedó demostrado que los sábalos que habitan este río son la especie con mayor grado de contaminación con agroquímicos en el mundo. De esta manera puede entenderse este nuevo trabajo de investigación como una continuidad a lo demostrado previamente.
El entrerriano Rafael Lajmanovich relata que encontraron hasta ocho compuestos químicos en el río salado y que se tratan de los mismos herbicicidas, insecticidas y fungicidas que, anteriormente, se encontraban depositados en los sábados investigados.
Consultado sobre las consecuencias que puede traer este cóctel de químicos la respuesta fue tajante : “La persistencia de muchos de estos herbicidas, como el glifosato que no alcanza la capacidad ambiental para su descontaminación, aparece en concentraciones preocupantes”.
La mayor preocupación tiene que ver con la presencia en cursos de ríos de productos utilizados en la actividad rural. Nadie fumiga sobre los cursos de agua, por lo que la traza de estos químicos – en este caso en el río salado- solo puede explicarse por la deriva del viento, la lluvia que ya viene contaminada o por la presencia de ellos en las napas subterráneas, poniendo en conflicto –además- los dichos de los defensores de estos productos que son inocuos y que con el tiempo se volatilizan.
Dignamente porfiados los autores de este trabajo afirman que debe continuarse con otras aristas, tales como la relación de presencia crónica de este cóctel con factores climáticos como un aumento de la salinidad que se provoca por el fenómeno de la sequía donde los animales, expuestos a un stres ambiental agudo le produce un fenómeno de mortandad importante en comparación con los que no están expuestos a estos plaguicidas .
Además los autores subrayan la necesidad de considerar los efectos de las mezclas de pesticidas y vuelven a sugerir se implementen medidas de cuidado y protección de la salud de los ecosistemas acuáticos.
Ante estos trabajos, ciertos sectores de la población pueden minimizar estos resultados ya que se trata solo de animales. Más allá de tratarse de una mirada antropocéntrica, desprovista de sensibilidad para con otros seres vivos y negadora de los derechos que la naturaleza posee como sujeto viviente, lo que no se tiene en cuenta es que estos compuestos afectan a todos los organismos. Son hombres y mujeres quienes se alimentan desde hace tiempo con verduras, frutas –y ahora pescados- contaminados.
Cuidar el entorno no solo nos ubica como un sector empático para con las demás especies que comparten nuestro territorio, sino que contribuye a un mejor vivir de la humanidad.