Por Ricardo Serruya
Volvieron las quemas. La ambición desmedida de algunos productores y de agentes inmobiliarios que convierten en llanura a bosques nativos, bosques y sierras está generando una pérdida de biodiversidad fenomenal.
Sólo en la provincia de Córdoba se quemaron, en los últimos tres meses, 80 mil hectáreas de espacios verdes.
En el primer semestre de este año las topadoras desmontaron 60 mil hectáreas de bosques nativos
Es sabido que las quemas son una (mala) costumbre que llevan a cabo algunos productores con el fin de generar nueva pastura tierna que servirá alimentación para el ganado. Una práctica que perjudica la vida del subsuelo y genera tierras cada vez más dañadas. Otras quemas intencionales se realizan con el fin de extender la frontera agropecuaria y que, donde existía un bosque o un monte, se pueda cultivar o construir un emprendimiento turístico.
En este contexto resulta inadmisible ciertas prácticas de organizaciones estatales que pretenden administrar los incendios con los llamados “corta fuegos” que consiste en generar, justamente, una línea de fuego intencional para frenar lo que viene arrasando.
Es lo que está realizando –y es denunciado por vecinos y brigadistas- el Equipo Técnico de Acción ante Catástrofes (ETAC), una organización que depende del gobierno Cordobés.
Más allá de la duda que genera que esta acción frene las quemas, la actual situación climática de excesiva sequía y calor más un fuego dantesco ha generado la oposición de diversos sectores a esta estrategia.
Lo claro que es que no hay política de prevención, en parte por la ausencia de un estado nacional ante la catástrofe y por otra por la falta de prevención ante hechos que, se sabe, van a ocurrir.
El prestigioso médico pediatra Medardo Avila Vazquez, integrante de la Red Universitaria de Ambiente y Salud de Córdoba siempre preocupado por cuestiones vinculadas al ambiente y la salud expresa su preocupación ante esta realidad.
En una conversación que mantuvo con este periodista, el pediatra afirma que la actitud del manejo del fuego no es negligente, sino que se trata de una política limitada y obtusa de ceguera ecológica.
Avila Vazquez afirma que, sin las brigadas comunitarias de voluntarios, la realidad sería peor aún ya que considera que el plan de manejo del fuego llevado a cabo por las autoridades no lo ataca resultando dañino. Además denuncia que detrásde esto están los negocios del agronegocio e inmobiliarios.
Publicamos a continuación un tramo de la charla mantenida con Medardo Avila Vazquez.