Por Ricardo Serruya.
Un artículo publicado por una prestigiosa revista internacional relata las consecuencias que ya se vive en Sudamérica a causa del cambio climático. Las variaciones climáticas, la deforestación, la quema de espacios verdes y la emanación de gases son las causas de este presente
La crisis climática es un hecho, una realidad que solo es negada por mentes pigmeas que, ante tanta prueba científica que cotidianamente se publica y demostraciones empíricas que experimentamos, no tienen asidero.
Sequías y lluvias extremas, calor agobiante en una parte del planeta mientras en la otra punta seres se mueren –literalmente- de frío forman parte de un menú informativo diario.
Hace unas semanas una de las revistas más prestigiosas del mundo científico publicó un interesante informe que relata cómo se vive esta realidad en Sudamérica. Se trata de la publicación Lancet Countdown Sudamérica, una especie de filial sudamericana de la prestigiosa revista de medicina británica que, fundada en 1823, ha sabido ganarse respeto en todo el mundo.
Según su página web el objetivo de esta publicación es hacer que la ciencia médica pueda transformar la sociedad logrando un impacto positivo en la vida de las personas. En este sentido publica artículos de investigación, editoriales, noticias y es tenida en cuenta, no solo por hombres y mujeres de la ciencia, sino también por quienes toman decisiones en el mundo
CRISIS CLIMATICA EN SUDAMERICA
El informe publicado hace referencia a como se vive la crisis climática en los países de sur de América.
Veintiocho investigadores e investigadoras, veintiuna instituciones académicas y la Organización Panamericana de la Salud son los responsables de este extenso pero interesante artículo donde alerta sobre las consecuencias que genera la crisis climática y que ya se sufren en esta parte del planeta relacionándola con los escasos planes sanitarios para enfrentar este conflicto además de los problemas financieros existentes que imposibilita generar políticas de prevención o de contención.
El trabajo detalla que el cambio climático perjudica la salud de los sudamericanos en general, pero con mayor agresividad a los sectores más vulnerables. Un hecho que, se afirma, irá en aumento si no se toman medidas de manera inmediata.
En uno de sus párrafos se relata que desde hace una década las olas de calor puso en riesgo la vida de los dos extremos de la humanidad: los más pequeños y aquellos que transitan la tercera edad. En este punto estima que el número estimado de muertes de sudamericanos relacionadas con el calor se incrementaron en más de un 150% si se compara el período de los años 2017- 2021 con los años 2000-2004 y detalla que Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela son los países Sudamericanos que tuvieron promedios superiores de hasta 2 grados centígrados al rango normal.
Aunque para quien firma este artículo no resulta lo más grave, la revista británica afirma que las pérdidas económicas asociadas a la falta de productividad debido a las enfermedades y hasta las muertes ocasionada por el calor excesivo, fueron, solo en el año 2001, de aproximadamente 22 mil millones de dólares.
En un libro escrito por este periodista en el año 2002, titulado “Humo Rosado” y que investigó las secuelas ambientales y sanitarias que deja la producción de cuero generada desde las curtiembres, uno de sus capítulos -parafraseando aquella película italiana – fue titulado “La clase obrera no va al paraíso, va al hospital”. Pasaron varios años, pero ese título sigue vigente, pues el informe relata que el excesivo calor genera enfermedad y hasta muerte de trabajadores por daños cardio y cerebrovasculares y empeoramiento de las condiciones respiratorias, además de agravar cualquier otra comorbilidad.
El agobiante calor además de ocasionar las dolenciasya mencionadas, ha generado condiciones para que, enfermedades , como el dengue, sea otra de las patologías que hoy afecta a los y las sudamericanas: “Los cambios en las condiciones ambientales también afectan la distribución geográfica de las enfermedades infecciosas”, puede leerse en el trabajo de Lancet Countdown, ya que “la región es endémica en dengue, que tiene ciclos periódicos de brotes en la región y alcanzó un pico de incremento del 35,3% en 2012-2021 comparado con la línea de base de 1951-1960″.
Si se continúa en la lectura de este preocupante pero necesario artículo, se llega a la conclusión que esta modificación de las temperaturas trajo consecuencias en la provisión de alimentos, la contaminación del aire, la quema de espacios verdes y los cursos de agua. El apartado que se detiene en el ecocidio generado por los incendios forestales afirma que esta terrible realidad se vivió en 9 de los 12 países sudamericanos estudiados.
Las comparaciones con el pasado hacen que este informe sea sumamente esclarecedor. En el apartado que se detiene en las quemas intencionales sufridas en diversos espacios verdes se afirma que, en esta parte del planeta existió un promedio mayor de días expuestos entre los años 2018 y 2021 si se los relaciona con lo sufrido entre los años 2001 y 2004, lo que –matemáticamente- significa un aumento del 35% e identifica a la Argentina y a Chile como los países que sufrieron los riesgos más elevados.
También se refiere a la sequía que ha generado que millones de personas no puedan acceder a los alimentos que le permitan la sobrevivencia.
Interesante, y poco comunicado, resulta el apartado de este informe que se detiene en la relación entre crisis climática y salud mental. Si bien afirman que no existe un indicador numérico de afecciones mentales vinculadas con las inclemencias del tiempo, se asegura que se pudo observar un fenómeno de ansiedad climática que se vive entre los jóvenes y se afirma que “los problemas de un cambio climático que erosiona el bienestar psicosocial varían desde desórdenes mentales comunes a problemas mentales severos y suicidios”.
Más allá de los informado y hasta denunciado, el informe de la revista británica plantea algunas acciones que pueden brindar soluciones pero que deben ponerse en práctica cuanto antes. Entre lo sugerido se encuentra la necesidad urgente de descarbonizar la economía, para reducir las emisiones de gases contaminantes.
Si bien es esta una política que, desde hace años Naciones Unidas, las reuniones de la COP y diferentes tratados vienen incentivando (con poco éxito), resulta necesario aclarar que, siendo que el informe se centró en las consecuencias sufridas en la salud a consecuencia del cambio climático, no es esta parte del planeta la principal responsable de esta realidad.
Una muestra de esto es la iniciativa ,que cada vez se discute con mayor fuerza, de canje de deuda por acciones reparadoras a la naturaleza ocasionadas por un modelo productivo que, proveniente de países desarrollados, ha ocasionado estragos en esta parte del mundo.
Rever nuestras prácticas de consumo y productivas para atemperar la crisis climática es una acción necesaria, tanto como exigir que los principales responsables de este desastre natural no solo también lo hagan sino que asimismo se hagan responsables de lo ocasionado.