(Por Ricardo Serruya)
El llamado a reformar la constitución nos ubica en un momento histórico y nos invita a aportar diferentes temas en debate. Uno de ellos es como incluimos temas de defensa y protección del ambiente en nuestra carta magna provincial.
Sabedores de vivir un momento bisagra donde el ecosistema se encuentra dañado por diversas causas , pero fundamentalmente por un modelo productivo homocéntrico que desplaza cualquier intento de convivencia y respeto con el entorno, resulta ser este el momento de cambiar ese macabro paradigma.
DERECHOS DE LA NATURALEZA
La naturaleza es vida por lo tanto no puede considerársela como objeto sino como sujeto, y como tales poseedora de derechos.
No se trata de una cosmovisión alejada de la realidad o imposible de concretar, sino imprescindible para los aciagos días que vivimos. Aún así es altamente posible que este postulado resulte incomprensible y hasta fantasioso para algunos.
No será la primera vez que suceda como todo hecho innovador puede generar resistencias. Así ocurrió cada vez que se intentó ampliar derechos (mujeres, identidades sexuales, trabajadores, raciales etc). Todo avance genera anticuerpos en otros sectores, producen resistencias que niegan inclusión de derechos.
No se trata de una idea utópica, romántica o ajena a una praxis concreta. Así lo entendieron países hermanos como Ecuador que propugna esta idea en su constitución reformada en el año 2008 y Bolivia que desde el 2010 lo posee en su digesto legislativo reconociendo derechos de la madre tierra en el contexto del “buen vivir”.
Desde el punto de vista pragmático significa otorgarle la dimensión de sujeto (y no de objeto) a los ríos o a los bosques que pueden ser representados por la figura de “guardianes” que en caso de agresión, destrucción o violencia. Estos guardianes actuarían legalmente dándole voz a ese espacio natural que fue violado en su derecho más elemental que es el de la vida.
Como se ve se trata de un cambio de paradigma que discute la idea de desarrollo y de progreso como antónimos de respeto a la vida que nos rodea y como hechos imposibles de convenvia.
Como lo plantean sabiamente los pueblos originarios se trata de no dividir ni separar los conceptos de cultura y naturaleza sino por el contrario hacerlos con-vivir.
Los Derechos de la naturaleza no están aislados sino que forman parte de un proceso extenso que implican algunas alternativas al capitalismo global denominadas buen vivir. En la dimensión ambiental esto significa otorgarle derechos a un sistema vivo como lo es la naturaleza.
ANTECEDENTES
Existen algunos antecedentes que ameritan que se ponga esta discusión esta idea. De manera muy incompleta e irrespetuosa se nombran algunas.
- Naciones Unidas llama a “hacer las paces ”con la naturaleza, nadie se amiga con “algo” sino con “alguien”
- Pino Solanas presentó proyectos en el Congreso Nacional que le otorgaba derechos a la naturaleza.
- En numerosos fallos la CSJN habla del ecocentrismo bajo el principio de Indubio pro natura que argumenta que ante cualquier duda en materia ambiental se debe a fallar a favor de la naturaleza. Algo similar se desprende el principio del denominado “Precautorio” que establece que, cuando se desconoce el impacto potencial de una acción o actividad sobre el medio ambiente, se debe evitar realizarla si existe una amenaza seria o irreversible. Todos estos principios legales subjetivizan a la naturaleza otorgándole el rol de sujeto y no de objeto.
- En la legislatura santafesina fue presentado, por el Diputado Carlos del Frade, el Proyecto de Ley por el cual se establecen los Derechos de la naturaleza, también llamada Pachamama o Madre Tierra donde se establecen derechos y obligaciones del Estado Provincial y los santafesinos y santafesinas para el respeto de estos derechos. (Exp. N° 54172)
- Las ciudad de Santa Fe posee una ordenanza que prohíbe en su ejido urbano la utilización del glifosato (ordenanza 11462 del año 2018) Antes ordenanzas similares fueron aprobadas en ciudades como Rosario, Paraná, Gualeguaychú y Concordia.
La Constitución que será reformada nos guiará a los santafesinos por los próximos 50 ó 60 años, si los convencionales dejan pasar la oportunidad de tener una carta magna acorde a nuestros tiempos sería de una irresponsabilidad supina.